La media es clara: de noventa a 150 euros por comensal. Ése es el límite que se marcan las parejas de la C. Valenciana que en plena crisis deciden casarse. La gente sigue apostando por oficializar sus enlaces, aunque cada vez se miran más el bolsillo. Esas son las principales conclusiones que se desprenden del encuentro organizado ayer en el centro de Valencia por el "Wedding Club", una agrupación compuesta por empresas relacionadas con el sector nupcial.

Aunque la reducción en el gasto no es el único eje que define el momento actual: las uniones cada vez tienen un tono más civil e informal, rebajando la primacía de los enlaces religiosos. Así lo define Lázaro Gómez, empresario del sector dedicado a la venta de trajes de novia, "poco a poco los tiempos van cambiando. El concepto de la ceremonia se ha renovado y se busca un traje más actual e informal, para una novia más joven. Aunque la gente se casa igual". Noelia Solanas, de Imatge Bodas, también defiende el cambio de tendencia, "ahora sí se está mirando mucho el presupuesto. Lo que se hace es equiparar el protocolo del enlace civil al evento a realizar en la iglesia".

Otro de los cambios introducidos reside en el papel a protagonizar por el novio. Manuel Guerrero, dependiente de la firma de sastrería Guillermo Miralles, explicó que "antes todo el protagonismo recaía en la novia, el hombre era casi una especie de acompañante. Ahora, todo ha cambiado un poco y los hombres cuidan su aspecto un poco más".

Sin embargo, los trajes masculinos siguen costando un 50% menos que los femeninos. Los otros segmentos del universo de las bodas -joyería, decoración, maquillaje, fotografía- también han debido apretarse el cituron y ajustar su oferta. La crisis económica no ha perdonado a nadie.