Los chiringuitos del paseo marítimo de Valencia comenzaron ayer a desmontar las terrazas y cerramientos que exceden de los 50 metros que les ha concedido la Demarcación de Costas. La retirada de estos sobrantes es el primer paso en el cumplimiento del acuerdo alcanzado con el Gobierno, que ahora deberá sentarse a negociar con los hosteleros para negociar la prometida ampliación de la concesión a 15 ó 20 años, la segunda parte del acuerdo. Que sea algo pactado no impedía, sin embargo, que los dueños de los restaurantes vivieran ayer uno de los peores días de su vida laboral. Cansados ya de la lucha, lo de ayer no era indignación, era resignación.

Y es que este conflicto comenzó hace más de un año cuando la Demarcación de Costas comunicó a los hosteleros que debían adecuar sus concesiones a lo que marca la Ley de Costas. Aunque durante 15 años años han tenido concedidos 150 metros de local y otros tantos de terraza, ahora era necesario ajustarse a los 150 metros que marca la ley. Ante estas circunstancias, los hosteleros trataron de negociar con el Gobierno y en medio de esa negociación estalló la guerra política entre el Gobierno y el Ayuntamiento de Valencia, una guerra que no condujo a nada. Los hosteleros de Valencia -en Pinedo y El Saler siguen pleiteando- pactaron finalmente con el Gobierno tener una terraza de 50 metros y negociar concesiones de largo plazo.

Lo de ayer era, por tanto, cumplir su parte del trato. Ante la obligación de recortar las terrazas antes del día 16 de octubre, los chiringuitos han comenzado a quitar muy a regañadientes los cerramientos que les sobran. Serán entre 80 y 150 metros y 20 ó 30 mesas por local. Sólo dos de ellos no tendrán que hacer obras.

José Jareño y Amparo Ripoll, del restaurante La Herradura, han sido de los más combativos. Según dicen, van a tener que quitar dos tercios del local y tres puestos de trabajo, eso sin contar el servicio público que se elimina coincidiendo precisamente con la llegada del AVE. En su opinión, todo esto obedece a "un capricho político" agravado con la lucha partidista, que no ha hecho sino "aumentar el problema".

Angeles Martínez, de la Alegría de la Huerta, aseguraba que era como "volver hacia atrás", un grave perjuicio para los locales y para los empleados. Es el más "amargo" comienzo de vacaciones, pues este año las han iniciado quitando parte de su sustento.

Y así uno detrás de otro hasta 14. Desde ayer la playa de la Malva-rosa, dicen, será otra y Valencia también.

Concesión a 20 ó 30 años y lavado de cara

El presidente de la Asociación de Profesionales de Hostelería de la Malva-rosa, Miguel Cueca, también propietario de "El Trompo", centrará ahora todas sus energías en fijar los compromisos del Gobierno y algo más. En las próximas semanas se reunirán con la Demarcación de Costas para hablar de la concesión y su idea es conseguir 20 ó 30 años de tranquilidad. Espera incluso a la nueva negociación de 2013, fecha en que acaba la concesión actual, para tratar de "arañar" algunos metros más de terraza.

Ellos, por su parte, ya hacen planes para los próximos meses. Si efectivamente consiguen la concesión a largo plazo Cueca asegura que muchos restaurantes aprovecharán para "hacer un lavado de cara" a los locales y modernizarlos. Esa podría ser una buena alternativa para hacer más atractivos sus negocios y compensar las pérdidas que les generará el recorte de las terrazas.