Cuando todas las grandes ciudades del mundo exhiben gigantescos y vistosos mercaditos de Navidad, en Valencia esta costumbre languidece año tras año. Las condiciones impuestas por el ayuntamiento respecto a los productos que se pueden vender, el precio de los puestos, la competencia desleal y las obras de la Plaza Ciudad de Brujas hacen que cada año el número de tenderetes sea inferior, tanto que a estas alturas del mes apenas hay cuatro dedicados a la venta de productos típicos de estas fiestas.

Ayer, día tradicionalmente fuerte para las compras navideñas, el mercado habitual del entorno del Mercado Central estaba muy concurrido. Decenas de puestos ofrecían, como todos los festivos del año, los productos habituales de estos rastrillos ambulantes. Y también miles de persona recorrían las calles Maria Cristina, Palafox, En Gall, Calabazas etc, haciendo sus compras. El mercado navideño, sin embargo, pasaba prácticamente desapercibido.

En la avenida Barón de Cárcer, emplazamiento habitual de esta plaza de la Navidad, apenas había cuatro puestos dedicados y autorizados expresamente para esa función, tres en la acera que sale del Mercado Central, a continuación de los últimos puestos del rastrillo de los domingos, y uno en la acera de enfrente, completamente solo.

Uno de estos vendedores confirmó que esta feria de la Navidad va cada vez a menos, sobre todo desde el año pasado, cuando el Ayuntamiento obligó a los vendedores a tener exclusivamente productos navideños, nada de bolsos, pulseras, pendientes, cinturones u otros objetos que también tienen buena salida en estas fechas. "Nuestra licencia fiscal dice que podemos vender lo que queramos, pero Mercados no nos deja", especifica este vendedor.

Ocurre, además, que "en el Mercado de Colón han dejado ponerse a los fabricantes de los productos que nosotros vendemos y los dan más baratos, al precio que nosotros lo compramos", añade este vendedor en relación con una posible competencia desleal.

Un tercer problema serían las obras del metro y del aparcamiento subterráneo de la Plaza Ciudad de Brujas, que en los últimos tres años los ha obligado a cambiar permanentemente de ubicación.

Situación de ruina

"Desde luego, si lo que quieren es quitar este mercado, lo han conseguido. Con lo que cuesta ponerse y las condiciones que nos dejan, esto es una ruina", añade el vendedor, que asegura que cuando llegue el día 25 dejará el puesto. Si sólo puede vender belenes no tiene sentido estar hasta Reyes, comenta.

Otro de los afectados, más que el dinero que cuesta el puesto, ve especialmente pernicioso el hecho de que no puedan vender los productos que ellos quieran o al menos una gama más amplia dentro de lo que puede entenderse como producto navideño. "Hay mucha gente que tiene el puesto y no lo pone por esto", dice.