La tradición de comprar y consumir la Casca, el dulce típico valenciano elaborado con almendra y azúcar, en lugar del Roscón de Reyes, para festejar la llegada de los Magos de Oriente, está en plena expansión.

El pastelero Rafael Mateu, de Dulces Mateu de Sueca, afima que en su casa se elaboran en estos días más de 3.000 cascas, de diferentes tamaños y pesos. En realidad, la tradición, que pervive en esta localidad y en la Ribera desde hace décadas, dicta que a cada niño, en función de su edad, se le regala una casca adecuada a su tamaño. Mateu señala que las más grandes que elaboran en su casa —para comer en familia— son las de una libra, dos, tres e incluso cuatro libras. Una lliura equivale a 12 onzas, entre 360 y 380 gramos. Hay más pequeñas, por ejemplo, de 25, 45, 90 y 200 gramos. Las de 25 son ideales, como explica Mateu, para elaborar unas cestitas, con otros dulces y golosinas, que Melchor, Gaspar y Baltasar dejan a los niños de la Ribera, en especial, de Sueca, junto a sus regalos y juguetes. Tal como se hacía desde principios del siglo pasado. «Mi abuelo —comenta el mestre sucrer— me decía, que incluso en tiempos de la Guerra Civil, por mucha necesidad que hubiera, no faltaba en cada hogar una casqueta para regalar a los niños».

En estos días previos al 6 de enero, en el negocio de Rafael Mateu ,no se para ni un minuto. En su surtido hay una decena de tamaños y al menos seis clases diferentes de este producto tradicional valenciano. De un solo tamaño, comenta, «elaboramos unas 140 docenas, y de otros, hasta180 docenas». Aquí, en la capital de la Ribera Baixa, la comparación con el Roscón de Reyes no resiste la proporción: «Yo vendo unos 120 roscones, por cientos de casques de todas clases», comenta el Mestre Sucrer. Priman dos tipos de dulces: los de mazapán y boniato, y los de mazapán y yema.

En la línea de lo apuntado, el presidente del Gremi de Mestres Sucrers de Valencia, Joaquín Galán, señala que en su pastelería se van a regalar 500 casques, de tamaño reducido, junto a los Roscones de Reyes, para fomentar la tradición. Gracias a la iniciativa que impulsó hace unos tres años, el propio Galán en el Gremi de Mestres Sucrers, «hoy podemos afirmar que un 80% del centenar de agremiados de Valencia y provincia ya elaboran y venden estos dulces tradicionales». A su juicio, «la Casca y el Roscón pueden ir de la mano».

El producto, cuenta Galán, consiste «en un tipo de mazapán de forma circular, relleno de yema, o de boniato confitado, que lleva una película blanca en la parte superior de un merengue especial». Los ingredientes para elaborarlo son: «almendra, azúcar, yema, yema confitada, canela y limón».

Entre los pasteleros ha arraigado la costumbre de apostar por la Casca, y el público, cada vez, la demanda más. Galán, de 63 años, comenta que los valencianos «estamos recuperando una tradición muy nuestra, pues en mi infancia, cuando apenas había juguetes de lata y de madera, cuando el Día de Reyes a uno le regalaban una casca ya nos dábamos por muy satisfechos».

No en vano, el postre de influencia francesa, el Roscón, sólo triunfó a partir de los años 60, de la centuria pasada, pero con tanta fuerza que desplazó a la repostería autóctona.