Valencia no es como Madrid". Lacónica y lapidaria, la alcaldesa Barberá liquida el asunto de la contaminación atmosférica que está afectando a las ciudades españolas. Descartando la más remota posibilidad, de que el aire que respiramos los valencianos esté contaminado. Porque, asegura la alcaldesa, aquí tenemos la brisa marina que despeja el ambiente. Y además se han hecho los deberes: a parte de plantar naranjos, que en primavera inundan la calles de olor azahar, en los dos últimos años hemos sabido reubicar estratégicamente las estaciones de medición...!

Sin ser textuales, esos deben ser más o menos los diálogos interiores de nuestra alcaldesa interina. Sí, porque la picaresca valenciana "made in PP", en cuanto a los malos humos, ha alcanzado un extremo de sofisticación difícilmente superable. En 2011 las ciudades españolas deben adaptarse a la normativa europea, en materia de detección y control de las emisiones de gases contaminantes y de partículas cancerígenas. El gobierno Barberá, fiel a sus señas de identidad y conforme con su compromiso con el bienestar de los ciudadanos, ha considerado oportuno maquillarlos. Para no incurrir en la quisquillosa, presumible y molesta reprimenda que le ha caído al alcalde madrileño Gallardón. Inventándose una triquiñuela que sería digna de mención, si no fuera por la gravedad de las consecuencias que provoca.

Podrían haber cogido los registros y haber aplicado algún tipo de blanqueador quita manchas; podrían haberlos hecho desaparecer como hicieron con el libro de averías del tren de la muerte en la estación Jesús. Pero no, no señores, qué mejor opción que cumplir la legislación, presentando unos datos impolutos de gases y partículas, que mover las estaciones de los puntos más conflictivos (Nuevo centro, Avenida Aragón, calle Linares cruce con avenida del Cid) por unos emplazamientos más amable rodeados de verde paz y tranquilidad (Parque de Cabecera, Viveros, Cementerio General).

Desde luego Valencia no es como Madrid. Pero en cuanto a malas artes, se asemejan cual dos caras de una misma moneda. Los mismos humos, que incluso manipulados, superan los límites permitidos. Y el mismo trato por parte del Fiscal de Medio Ambiente Antonio Vercher, valenciano para más señas, que ya ha endosado a Ruiz Gallardón una merecida reprimenda por la misma engañifa que Barberá ha estado perpetrando en Valencia.

¡Tiempo al tiempo!