La generación que se movilizó por Bolonia volvió a salir a la calle ayer, en esta ocasión por una razón mucho menos trascendental. Mediante un evento en la popular red social Tuenti, miles de jóvenes alumnos universitarios se reunieron ayer en el campus de Tarongers para celebrar un "macrobotellón" que sustituyó a las tradicionales paellas, que este año llevaban camino de no realizarse.

Eran las tres de la tarde cuando miles de jóvenes, previo paso por sus casas para coger la comida o por los supermercados para comprar la bebida, se comenzaron a congregar en los alrededores del campus de Tarongers. La idea estaba clara: beber y divertirse antes de los exámenes que llegan a finales de mes. El acto tenía también un algo de rebeldía, en tanto que consideraban que la Universitat no había hecho todo lo posible para proporcionales unas paellas de larga tradición y que congregan a alumnos de otras universidades de la Comunitat Valenciana, además de los de la propia Estudi General. El evento estaba tan institucionalizado que en años anteriores una empresa se encargó de organizar las paellas. En 2011, los trámites se demoraban y ante la proximidad de los exámenes finales, los alumnos se liaron la manta a la cabeza y montaron el "botellón", ante la pasividad de la Universidad.

Al fin y al cabo, la mecánica de los mismos es sencilla. Los jóvenes se reúnen para beber y pasárselo bien. Sin más. Eso sí, son ilegales. Pero poco les importaba a los miles de chavales que a las siete de ayer seguían bebiendo y divirtiéndose. Habían quedado ahí gracias a las redes sociales, que ya han demostrado en varias ocasiones su eficacia para este tipo de convocatorias. Eso es todo lo que necesitaban. Eso, y camisetas de colores. Es tradición entre los estudiantes hacerse camisetas coloridas con lemas elegidos por ellos mismos sobre sus carreras. Los de Magisterio fueron los más imaginativos, con eslóganes como "Te voy a enseñar lo que no está en la Wikipedia", "Aunque no te lo creas yo educaré a tus hijos" o "Nosotras lo sabemos todo, ¿quieres que te dé un repaso?"

El suelo pronto se llenó de bolsas, botellas y vasos de plástico. En un momento de la tarde, cuando el alcohol empezaba a hacer su efecto, la fiesta se descontroló. Algunos asistentes sintieron la necesidad de acudir a las facultades a utilizar los aseos, y otros causaron desperfectos en las propias instalaciones de la Universidad, lo que llevó a las facultades próximas a la calle Ramón Llull, Derecho, Sociales y Económicas, a suspender las clases por la tarde. En el aire flotaba cierta sensación de desahogo, tras haber conseguido montar la fiesta al margen de la Universidad, y también de triunfo. "La universidad es nuestra, nosotros somos la universidad", aseguraba un joven en la tarde de ayer a este periódico. Con esa idea en mente, el "botellón", completamente prohibido a cualquier hora, estaba legitimado. Para muchos fue la última "cana al aire" antes de encerrarse en las bibliotecas para los exámenes finales. Los olores acres, los ruidos estridentes, los gritos y las risas hicieron olvidar pronto cualquier remordimiento por estar en un "botellón" ilegal. La policía nacional y la policía local estaban en la zona, pero no llegaron a intervenir.

Clases interrumpidas y orina en los pasillos

Los decanos de Economía y de Derecho, así como la vicerrectora de Estudios de la Universitat de València, acordaron ayer, sobre las tres de la tarde, "desalojar las aulas, cerrar los edificios y suspender clases". La comunicación se llevó a cabo por faxes y por megafonía "debido a la concentración de estudiantes en el campus de Tarongers y por motivos de seguridad" indicaron.

El descontrol que se vivió al mediodía, con la interrupción de alguna clase y hasta orina en los pasillos, llevó a los responsables académicos a dar por concluido el día lectivo. En el rectorado se insistió en que la institución no organiza este tipo de fiesta. m. ducajú valencia