Joan Calabuig, nacido en Valencia en 1960, casado y padre de una niña de apenas dos meses, debuta en estas elecciones como cabeza de lista del PSPV. Su trayectoria política, sin embargo, es larga. A los 21 años empezó en el Ayuntamiento de Valencia como director de servicios de juventud y deportes, con 23 fue el diputado más joven de las Cortes Valencianas y a partir de ahí se sucedieron los cargos de director del Instituto Valenciano de la Juventud, parlamentario europeo y ahora diputado nacional. Afable en el trato, aguanta las jornadas de campaña con entusiasmo. «Hoy estoy descansado —dice— porque la niña se ha portado bien esta noche».

¿Qué siente ante esta candidatura: ilusión, miedo, vértigo?

Ni miedo ni vértigo, tengo ilusión, es un nuevo reto. Yo soy una persona de aceptar retos, de buscar riesgos y ésta ha sido una ocasión espléndida.

¿Cómo se fraguó esta candidatura sorpresa?

Yo esperaba que siguiera Carmen Alborch, siempre ha sido mi candidata. Me sorprendió que no quisiera continuar. El primer paso fue una propuesta de Jorge Alarte y de Salvador Broseta. Yo tengo un gran respeto por los dirigentes del partido y me pareció un reto absolutamente apasionante.

¿Tardó mucho en decidirse?

Bueno, tardé creo que unos dos o tres segundos (ríe).

¿Es consciente de que se enfrenta a una candidata con mucho peso político?

Es cierto que mi adversaria, que no mi enemiga, porque tengo una buena relación personal con ella y el máximo respeto, está considerada como uno de los mayores activos del PP, pero yo creo que todo camino empieza por un primer paso y yo voy a dar ese primer paso.

¿Si pierde, tiene idea de continuar en el ayuntamiento? ¿Tiene el soporte del partido para intentarlo de nuevo?

Me siento plenamente respaldado por el partido y hemos anunciado desde siempre que nuestro proyecto para Valencia es un proyecto de transformación. Y yo voy a seguir ahí en todo caso.

¿Y cuál es su idea de ciudad?

Esta es una ciudad magnífica, pero es una ciudad que necesita competir con ciudades que tienen mucha potencia en el mundo y hay que hacer un gran esfuerzo para que Valencia forme parte de esta constelación de ciudades. Para ello hace falta voluntad política, cohesión social y un gobierno eficaz.

¿Qué ideas pondría en marcha de manera inmediata?

Yo creo que hay cuatro líneas de actuación inmediata. La primera, porque ya hay recursos, es poner en marcha un plan de rehabilitación de vivienda. La segunda es apoyar a la Ley de Dependencia. Quedan 10.000 personas sin atender en esta ciudad y queremos que se agilicen los trámites. Eso supone 3.000 empleos. La tercera sería activar la economía con un plan de empleo local concertado con empresarios, sindicatos y comerciantes. Y habría una cuarta que sería una estrategia de desarrollo sostenible.

¿Y qué suprimiría?

Lo primero sería cambiar la gestión para que costara menos. Año a año crecen los gastos y lo primero es la austeridad. Haría un plan para pagar a los proveedores en tiempo y forma y una planificación de reducción de la deuda, que tiene un peso descomunal. Somos la segunda ciudad con más deuda y superamos a siete comunidades autónomas. Es una situación insostenible.

Aquí se dice que el PSPV ha sido el «doctor no», que ha dicho no a todo.

Yo quiero para la ciudad un proyecto en positivo. Es lógico que el interés general, el medio ambiente, el patrimonio o la huerta sean cuestiones esenciales, ahora bien, el PSPV es un partido de progreso y si se opone a una situación tiene que tener una alternativa. Y le pongo un ejemplo claro. El Plan General plantea consumir huerta, que es patrimonio de la ciudad. Y nuestra alternativa es que en esta ciudad hay 90.000 viviendas vacías y solares para 40.000 viviendas más.

Yo le hablaba más de los grandes eventos, rechazados casi por sistema.

Los grandes eventos no han dado el resultado que esperaba la ciudad. Yo no estoy en contra siempre que sean sostenibles y dejen beneficios continuados. Hasta ahora los eventos han consumido enormes recursos pero han tenido unos resultados efímeros.

¿Cómo valora el trabajo del Grupo Socialista estos años?

Yo creo que han hecho una muy buena gestión y con una gran dedicación. Es una realidad que Barberá ha vivido estos años en un contexto económico de desarrollo, que probablemente era un contexto con pies de barro fundado en el sector inmobiliario, pero que ha generado una serie de ingresos que le han favorecido.

¿Y por qué han salido todos de las listas, excepto dos?

A mí me hubiera gustado que hubiera quedado más gente en la lista, porque hay gente muy válida. Pero dicho esto, no prescindimos de nadie, su trabajo y su esfuerzo se verá reflejado en otros lugares donde esté representado el Partido Socialista.

¿Y de su equipo qué me puede decir?

Estoy muy orgulloso de ellos. Lo primero que quiero decir es que todos son gente con las manos limpias, gente honrada y que no está imputada en nada. Y eso es una gran tranquilidad para mi y para los ciudadanos.

¿Es un equipo para contemporizar o para combatir?

Es un equipo para gobernar, es un equipo para gobernar con otro talante, con diálogo, sin dividir a los barrios o a la gente, de buscar puntos de encuentro con otras instituciones, abierto al diálogo con el PP en los grandes temas.

La última legislatura ha sido de confrontación permanente. ¿Usted cómo lo ha visto desde el Congreso de los Diputados?

Yo me echaba las manos a la cabeza y me preocupaba mucho porque la actitud de la señora Barberá ha hecho perder a Valencia oportunidades, desarrollo económico y empleo. La actitud de confrontación y victimismo igual le ha sido rentable desde el punto de vista partidista, pero le ha resultado muy cara a la ciudad.

Yo tengo aquí anotados chiringuitos, dársena, prospecciones, parque central... En todo está el Gobierno por medio.

En cualquiera de estos temas hay dos maneras de afrontarlos: aprovechar cualquier punto de fricción para la confrontación, aunque a los afectados se les empantane la situación para mucho tiempo; y hay una actitud de decir no utilicemos las cosas que afectan a la gente como elemento de confrontación y busquemos una solución. Algunos de los temas son delirantemente menores. Sinceramente, en los chiringuitos, que ha sido el santo y seña de una estrategia, me parece increíble que una ciudad como Valencia, que tiene problemas como un 40% de abandono escolar, esté preocupada porque quedan ocho, ocho, chiringuitos, donde aún no se ha resuelto el problema.

¿Por qué no se ha puesto más en valor el trabajo del Gobierno, el Plan E, las entrada de la ciudad, el AVE?

Eso fue una estrategia del Gobierno que no afecta sólo a Valencia. Se decidió no publicitar las inversiones que estaba haciendo. Yo no comparto esa posición. Yo creo que un Gobierno tiene el derecho y el deber de explicar a los ciudadanos lo que está haciendo.

¿Y qué le diría a quien todavía no ha decidido su voto?

Le diría que Valencia debe mirar adelante, que las actitudes que ha habido hasta ahora son del pasado. Y yo planteo una nueva etapa donde esta ciudad sea más competitiva en lo económico, con más cohesión social, en un marco de desarrollo sostenible y de buen Gobierno, con una forma de gobernar más transparente, más participativa y más democrática.

La vieja Fe, con 800 camas y centro infantil

Joan Calabuig propuso ayer aprovechar las antiguas instalaciones de La Fe en Campanar para crear un Hospital General con 800 camas, un centro sociosanitario para enfermos crónicos con 300 camas y mantener el Hospital Infantil, entre otras infraestructuras. Calabuig lanzó esta iniciativa tras reunirse con asociaciones de vecinos afectados por el traslado de La Fe, que han convocado una manifestación el próximo miércoles 18 de mayo para reclamar que el antiguo centro mantenga su actividad hospitalaria. Defendió en particular el hospital infantil como estaba.