En Bioparc Valencia, el zoológico de Campanar, que recrea el continente africano con cientos de ejemplares de decenas de especies distintas de la sabana y de la jungla ecuatorial, los animales han de recibir un tratamiento especial para soportar la canícula estival y, sobre todo, la ola de calor que azota estos días el Cap i Casal. "La mayoría de ellos vienen de zoos de climas más fríos", explica Loles Carbonell, una de las veterinarias de Bioparc.

Desde hace años, está prohibido que los animales que se exhiban en los zoológicos hayan sido capturados, por lo que se ha establecido una red de intercambio de animales entre los distintos parques del mundo para mantener una comunidad internacional de animales más o menos estable y, sobre todo, sin ejemplares que vivieran anteriormente en libertad. Pero ello también tiene su inconveniente: la práctica totalidad de los animales provienen de zoos de climas más fríos que Valencia, por lo que aunque en libertad estén acostumbrados a altísimas temperaturas en las sabanas y las selvas africanas, en Bioparc se enfrentan a un clima agresivo. "Tenemos una jirafa que venía de Jerez de la Frontera, pero los demás son todos de zoos más al norte", indica Carbonell, que explica que una de las actividades que más llevan a cabo en Valencia es "congelar la fruta o las verduras que comen los animales, sobre todo simios y elefantes, y dárselas envueltas en hielo, para que se la coman más fresca". También se les ofrecen zumos fríos para soportar las temperaturas más altas de estos días en los que Valencia arde por el poniente.

Los habitantes de Bioparc ya saben qué tienen que hacer para refrescarse. Así, Rómulo, el rinoceronte que estaba en el zoo de Viveros y que no cesa de dar vueltas en su recinto -comportamiento conocido como esteriotipia, propio de animales que han estado recluidos en espacios pequeños durante mucho tiempo-, sabe cuándo acercarse a uno de los extremos de su instalación para que sus cuidadores le rieguen con la manguera. Sin embargo, lo que hacen los animales para aguantar el calor no es muy distinto a lo que hacen los humanos: sombra y agua, mucha agua. Los elefantes, las hienas e hipopótamos y cocodrilos, pasan largos ratos en el agua, que como explica Carbonell, "no está climatizada, sino a temperatura ambiente". Los felinos descansan a la sombra, así como las manadas de rinocerontes, que se amontonan bajo los árboles.

Los cuidadores también toman sus propias medidas. Carbonell explica que los recintos interiores "tienen puertas, ventanas y claraboyas para refrescarlos", y ahí pasan las horas del día de más calor "las crías o los animales más débiles que no están acostumbrados a las altas temperaturas". Y los visitantes, mientras, encantados, al ver la interacción de los animales que se vuelven más juguetones en el agua y que hacen las delicias de los pequeños y no tan pequeños que abarrotan estos días Bioparc.

En el Oceanogràfic

En el otro parque de animales de Valencia, L'Oceanogràfic, no se toman medidas especiales, pues las piscinas se mantienen siempre a una temperatura determinada y animales como leones marinos o focas pasan mucho más tiempo bajo el agua.