No resulta difícil imaginar a Vicente Blasco Ibáñez paseando por la plaza Redonda cualquier día de principios del pasado siglo XX. La emblemática plaza, centro geográfico de la Valencia del siglo XIX, ya era un centro comercial y social de la época. En 1916 vieron la luz los puestos que hoy comenzarán a desaparecer de la ubicación que han ocupado durante casi cien años. La segunda fase del proyecto de rehabilitación de la plaza Redonda, que comenzó en 2008 con una extensa primera fase que ocupó dos años, se alargará hasta junio de 2012, cuando la plaza se abra al sol tal como diseñó el estudio de arquitectos Veges Tu Mediterrànea, coordinado por Tito Llopis.

Esta fase tiene un presupuesto de más de dos millones y medio de euros, lo que sumado a los 2,2 millones de la primera fase da un total de 4,8 millones de euros. Casi cinco millones, unos 800 millones de las antiguas pesetas, de esas que durante un siglo estuvieron protagonizando las compras de pavos en Navidad, de periquitos en domingo o de madejas de hilo cualquier día de la semana, por nombrar sólo tres de los tipos de comercios que, desde que en 1916 se construyeron los puestos provisionales, han dado vida a la plaza Redonda.

Lo que pocos saben, de hecho, es que la plaza, localizada donde anteriormente había un matadero y proyectada como anexo inseparable del Mercat Central, es el centro geográfico exacto de la Valencia del siglo XIX. Su arquitecto, Salvador Escrig, proyectó en 1837 el cubrimiento de las cuatro calles que conforman hoy día las entradas a la plaza hasta una determinada profundidad para cerrar un círculo y construir una fachada uniforme pero sencilla. La plaza Redonda se convirtió entonces en un importante nodo comercial al que las clases populares acudían a hacer las compras, aspecto potenciado a principios del siglo XX con la construcción de los puestos.

Habría de pasar casi 100 años hasta que se decidiera acometer alguna reformar en el proyecto de Escrig. Cuando el aspecto heterogéneo y compacto de la plaza ya formaba parte de la memoria colectiva del Cap i Casal, el Ayuntamiento de Valencia sacó a licitación el proyecto de reforma de la plaza Redonda. La caída de una cornisa en diciembre de 2007 aceleró los trámites y a principios de 2008 comenzó la primera fase de la reforma, que consistió en la rehabilitación de las fachadas. Esta fase terminó en 2010, y mañana comienza la segunda. Se trata de la más profunda, la que cambiará de manera radical la apariencia de una plaza que se abrirá al sol y se mostrará quizá más diáfana que en sus orígenes, cuando a mediados del siglo XIX tenía una de las pocas fuentes de agua potable de la ciudad y el olor a chocolate y horchata se mezclaba con el de las aves de corral que se vendía en ella -la compraventa de animales en el enclave se prohibió en 2005-.

La segunda fase mantendrá el número de puestos, 48, pero demolerá las actuales paradas para construir seis completamente nuevas. Los vendedores ya llevan una semana en Lope de Vega, y tienen por delante siete meses en los que estarán fuera de la emblemática plaza, Fallas incluidas. Cambiará la cubierta, cambiará el suelo, cambiará la fuente y cambiará la idea general de la plaza, que los arquitectos insisten en que nunca ha sido la de dar cobijo a un mercado abigarrado.

Salvem la plaça Redona

Pero como nunca llueve a gusto de todos, y menos en Valencia, y menos cuando se habla del patrimonio municipal, no ha tardado en aparecer una nueva plataforma, Salvem la plaça Redona. Alentada por las redes sociales -su grupo en Facebook ya tiene 700 miembros-, creen que el nuevo proyecto "no ha sido respetuoso con el estilo original de la plaza: se destruyen los elementos anteriores de gran valor cultural y artístico, así como el ambiente y la silueta paisajística, sin restaurarlos, y se incluyen elementos nuevos de estilo moderno que rompen completamente el estilo y que no aportan nada", según fuentes de Salvem, que proponen "la conservación de puestos, marquesina y fuente restaurándolos".

Sea como sea, quedan siete meses para que la nueva plaza Redonda vea la luz... más que nunca.