La barraca La Genuina, ubicada en Pinedo y convertida en restaurante desde hace 20 años, cerrará sus puertas el 18 de octubre. La orden de cese de actividad dictada por el ayuntamiento llegó el pasado viernes a manos de Rafel Soler, el actual propietario del restaurante, hijo de Rafael y Fina (quienes lo pusieron en marcha) y nieto y biznieto de aquellos que la heredaron hace, al menos, 200 años. Durante dos décadas, La Genuina ha sido un local de referencia en la ciudad donde poder degustar la gastronomía típica de Valencia en uno de los pocos edificios tradicionales que aún quedan en pie y en perfectas condiciones. Ahora comienza la cuenta atrás para que la barraca convertida en restaurante cierre sus puertas.

El negocio tiene 20 años, pero los problemas legales comenzaron hace 15, cuando la familia quiso hacer crecer el negocio hacia el exterior del recinto, a la vez que se construía una finca que linda con el terreno de la barraca en cuestión. Desde entonces, una vecina no ha parado de denunciar al restaurante por irregularidades urbanísticas que se concentran, a día de hoy, en la ubicación de una terraza donde caben ocho mesas, aunque la parcela -de más de 2.000 metros cuadrados- da para colocar muchísimas más.

Y es que tras 20 años de lucha para intentar mantener vivo el negocio de sus padres, Rafel tuvo que derribar un vivero y una zona donde criaba patos, elevar una chimenea para eliminar el problema de humos y olores, y dejar de cocinar a leña sus paellas y otros manjares. La familia Soler Orient ha establecido todos los cambios necesarios, ha realizado las obras pertinentes y ha dejado la zona de la terraza reducida a la mínima expresión en aras de legalizar un restaurante que es "mucho más que un negocio". Sin embargo, Rafel sabe, a día de hoy, que el cenador que hay junto a la barraca es ilegal, y que todo aquello que construya fuera de la barraca en sí misma no está permitido en el urbanismo que rige las construcciones del parque natural de l'Albufera. Y para su caso no existe excepcionalidad alguna, aunque en otras zonas del parque, como El Palmar, las terrazas son instalaciones habituales

Por ello, a Rafel se le empañan los ojos al pensar en el día de cierre. "Presumen de Valencia como 'ciudad turística', pero van a dejar morir unas de las pocas barracas que quedan", explican los hermanos Rafel y Daniel. Y es que la "barraca vive porque el restaurante está vivo", apuntan, mientras explican las labores de mantenimiento que realizan cada año para que el edificio luzca en perfectas condiciones.

"¿Anem a perdre això?"

"¿Anem a perdre això?", comenta Rafel con tristeza mientras alza la mirada hacia la barraca. Le apena cerrar el restaurante, y se muestra abatido al pensar que "no hay nada que hacer". "Mantener el restaurante estrictamente en el interior de la barraca es inviable. Ofrecemos degustar la gastronomía valenciana junto a un edificio singular y al aire libre. Disfrutar del sol de Valencia, que es único. Que nos pongan horarios especiales, que nos dejen la terraza con ocho mesas. Así podemos funcionar. De hecho, La Genuina funciona a la perfección. Pero para nosotros no hay excepcionalidad alguna", explica el propietario del restaurante.

Y es que para Rafel el cierre de La Genuina le toca más el corazón que el bolsillo. "Mi hermano Daniel montó un negocio por su cuenta y yo también. Con el cierre de la barraca perdemos nosotros y pierde Valencia".

La Genuina se mantiene en pie tras pasar una guerra, una riada y dos incendios

La Genuina sigue en pie tras pasar una guerra (la Civil), una riada (la de 1957) y dos incendios (uno en 1985 y otro en 1995). Ahora bien, los responsables de que el edificio se mantenga en perfectas condiciones tiene los apellidos de una familia: los Soler Orient. Y es que mientras familias enteras de agricultores vendieron, demolieron o modificaron las barracas de su propiedad al mismo tiempo que la huerta valenciana desaparecía, la familia Soler sacó pecho y mantuvo en pie una de las escasas barracas urbanas que quedan en la ciudad.

Hace unos 20 años, Rafel Soler -el que fuera alcalde pedáneo de Pinedo durante 12 años- pensó en unir su barraca a la gastronomía de la ciudad. Cuando tomó esta decisión hacía poco tiempo que se había producido un incendio en la misma. Tras la reconstrucción de la barraca, la familia Soler abrió el restaurante. Veinte años después (en 1995) La Genuina volvió a arder. La reconstrucción duró meses dada su naturaleza artesanal.

Primero, los hermanos Soler tuvieron que segar las cañas en l'Albufera, después crearon la estructura del tejado, y por última colocaron la paja en la techumbre. La familia sigue agradeciendo, a día de hoy, la colaboración vecinal de aquel entonces, donde todo el pueblo se volcó con su barraca. El edificio luce igual que antes de ser devorado por el fuego y es idéntico al que se aprecia en una fotografía que se muestra en el interior del recinto, cunado los vecinos de Pinedo se desplazaban en carro por la carretera del Riu, frente a La Genuina. m. ros valencia