La paralización de las obras del complejo polideportivo de Nou Moles, decidido por la empresa Secopsa debido a los impagos de la Generalitat Valenciana, ha provocado también la frustración de los equipos deportivos profesionales que iban a tener su sede aquí, especialmente del Club Waterpolo Turia, cuya supervivencia depende en gran medida de estas nuevas instalaciones.

Según explicó su presidente, Ignacio Furió, en el club están «muy afectados». No duda de la buena voluntad de la Administración, pero asegura que «ha sido muy frustrante» saber que el centro deportivo estrella del Plan Confianza de la Generalitat Valenciana ha sido paralizado por dinero y sin fecha de reanudación de las obras. «Esto puede suponer la desaparición del club», asegura tajante.

Y es que en la actualidad, el Club Waterpolo Turia, sucesor del Waterpolo Valencia, carece de unas instalaciones mínimas para desarrollar su actividad. Tanto el primer equipo de división de honor, como el de segunda división y los siete equipos autonómicos de todas las categorías pueden entrenar en el polideportivo de Nazaret, en las «cuatro o seis calles que nos dejan libres». También la mayoría de ellos pueden disputar allí sus partidos de liga, pero el equipo de división de honor tiene que desplazarse a Castelló para jugar sus encuentros oficiales, ya que en Valencia no tiene la piscina de 33x20 metros que exige el reglamento.

El centro de Nou Moles les iba a proporcionar precisamente esa piscina en Valencia y les iba a dotar de una sede estable y en su ciudad.

Una vez frustrado el proyecto, Ignacio Furió asegura que se frustran también todas esas expectativas. De entrada, si no hay sede en Valencia «será más complicado buscar patrocinadores». Y a sus posibles socios y alumnos (ahora tienen 80) ya no les podrán prometer que van a tener unas instalaciones en 2012 en las que hacer los cursillos y entrenar sin necesidad de desplazarse a ningún sitio. «Nosotros no paramos de tener iniciativas e imaginar, pero así será muy difícil», afirma.

Ignacio Furió asegura que cuando pasaron por Nou Moles y vieron que las máquinas no estaban sintieron un «gran malestar», sensación que se confirmó, asegura, cuando llamaron al concejal de Deportes, Cristóbal Grau, y les dijo que «estaban reestructurando el proyecto, que habría que replantearlo en los costes y que esto y lo otro».

En definitiva, la sensación del club es de «disgusto, frustración, depresión y todo lo que quieras», asegura Furió. «Ahora bien —continúa—, ya no tenemos nada que agradecerle a nadie. Nos han fallado», sentencia.

Por su parte, el club de baloncesto femenino Ciudad Ros Casares, que también iba a tener su sede en este pabellón, ha optado por guardar silencio. Sus seguidores ya mostraron en su día una gran ilusión por el proyecto que ahora se ha paralizado.