Critica que en plena crisis se acepten las ayudas a la Iglesia.

¿Qué le parece que las administraciones públicas inviertan dinero en la restauración del patrimonio eclesiástico?

El patrimonio eclesiástico, como su propio nombre indica, es eclesiástico. Lo suyo es suyo. Y lo del pueblo, del pueblo. Y los impuestos han de servir para atender servicios y necesidades sociales, y no para proteger algo que sigue siendo titularidad eclesial por mucha historia y arte que se alegue.

¿Y qué le parece que estas ayudas no sean cuestionadas?

Estamos en un Estado aconfesional, según la Constitución, y provoca una enorme desesperanza por la parsimonia y el miedo abusivo de los políticos hacia la Iglesia. ¿Por qué después de veinte siglos han de conservar tantos privilegios? Estamos en un momento económico de recortes y de apretarnos el cinturón. Se aplican recortes crueles en sanidad y otros terribles en lo más importante, que es la educación. Pero, al mismo tiempo, nos encontramos con tanto gasto de dinero en restauración del patrimonio eclesial. ¿Hasta cuándo durará esto?

¿Y cuando la Iglesia alega valor artístico o histórico?

Antes habría que subrayar que todo ese patrimonio se ha financiado con el dinero del pueblo aprovechándose, durante mucho tiempo, de la ignorancia de la gente. Por otro lado, si ese patrimonio lo pusieran a disposición de la sociedad, todavía tendría alguna explicación que recibieran dinero público. Pero no: sólo los feligreses tienen acceso a él y en las condiciones que marca la Iglesia. Además, la Iglesia como institución no es precisamente pobre y todos lo sabemos. Por tanto, que conserven ellos su patrimonio, que son la institución más rica del país. Es algo de sentido común: todas las creencias son respetables, pero no han de tener privilegios de las administraciones públicas.