Varios escolares se agolpan sobre una vitrina llena de mariposas de mil colores, mientras otros se sorprenden ante las curiosas formas de un escarabajo de l´Albufera que hace décadas sucumbió al progreso y a los insecticidas. «¡Hala, mira que bicho más raro!», dice uno ellos. La escena le dibuja una sonrisa en la cara a Francisco Gómez-Torres, «esto es con lo que soñaba mi tío Juan, que los niños disfrutaran y aprendieran con su colección de insectos», le dice al periodista que le acompaña. Pero la alegría se desvanece en un instante, pues ambos saben que esta escena puede tener las horas contadas a pesar de que cada año más de 7.000 escolares visitan el Museo Valenciano de Historia Natural.

Este sueño que, si nadie lo remedia, vive sus últimos instantes es el del entomólogo valenciano Juan de Torres Sala, quien al fallecer en 1974 donó su colección de insectos, con más de 75.000 coleópteros y lepidópteros de la Comunitat Valenciana y del resto del mundo, a la ciudad de Valencia. «Quería dar un impulso científico a las generaciones futuras», explica Francisco Gómez-Torres, su sobrino nieto y ahijado.

Esta colección única, junto a la de moluscos que el médico Siro de Fez cedió a la Diputación de Valencia, con 80.000 ejemplares de todo el planeta, son la piedra sobre la que hace 33 años se levantó el Museo de Historia natural que gestiona la Fundación Entomológica Torres Sala.

Esta entidad sin ánimo de lucro creada por la Generalitat, Ayuntamiento y Diputación de Valencia, junto a los descendientes de Torres Sala y de De Fez, así como la Universitat, «con el fin de promover la investigación, conservación y educación en Historia Natural», está contra las cuerdas por los impagos de la corporación provincial y del Consell.

El museo, que ha ido engrosando sus fondos con donaciones de investigadores hasta superar las 200.000 muestras de insectos y moluscos, es el tercero más importante de España después del Museo Nacional de Historia Natural de Madrid y del Museu d´Història Natural de Catalunya.

Pese a ello, desde su creación se mantiene en un pequeño edificio municipal, en el Paseo de la Pechina 15, junto al Botánico, que sólo permite exponer un 7% de sus fondos. Además, las recientes lluvias han generado una gotera en el almacén que ha dañado algunas cajas de las colecciones. Por si faltaba algo, el viernes un inspector del Ministerio de Trabajo emitió un informe tras la visita al museo en el que alerta, entre otras deficiencias, que un pilar tiene una fisura y el techo del local está abombado.

Recorte del 72 % del presupuesto

El museo se mantiene principalmente a través de las subvenciones de Generalitat, Diputación y Ayuntamiento, que entre 2009 y 2011 han reducido sus aportaciones un 72%, al pasar de 72.336 euros a 20.500 este año. Pero más que la precariedad y los recortes, la puntilla se la han dado los impagos.

Desde la Fundación señalan que la diputación dejó de pagar en 2009 los 24.000 euros anuales que abonaba por el mantenimiento de la colección de malacología de Siro de Fez, con lo que ya acumulan una deuda de 72.000 euros. A esto se suma que la Generalitat no ha abonado las subvenciones del año pasado y éste, 65.000 euros en total.

El único que está al día en los pagos es el ayuntamiento, que en febrero ingresó los 10.000 euros de subvención de 2011, por lo que la Fundación ha tenido que solicitar para poder subsistir un aval bancario de 35.000 euros con la garantía de pago de la subvención del Consell. Los cuatro empleados del museo cobraron esta semana dos nóminas atrasadas gracias a los 9.000 euros de un contrato con Gas Natural para editar un libro de mariposas valencianas.

El próximo martes se celebrará en la Diputación la junta de patronos de la Fundación, donde se abordará la viabilidad del museo. El entomólogo Alberto Sendra, vocal científico de la junta explica que «mantener el museo abierto en estas circunstancias es insostenible, por lo que se ha diseñado un presupuesto de mínimos para 2012 que con 33.000 euros —menos de una cuarta parte del de 2011— permita al menos conservar las colecciones y esperar tiempos mejores».

Ante el callejón sin salida de la Fundación, Gómez Torres baraja llevarse la colección de su tío abuelo a Madrid debido a la falta de apoyo de las instituciones valencianas. «Si Diputación, Ayuntamiento y Generalitat no pueden dedicar un mínimo de 40.000 euros para mantener esto y fomentar su difusión, nos veremos obligados a trasladar con extraordinario dolor la colección al Museo Nacional».

El vocal de la Universitat en la junta y profesor del Grupo de Entomología del Institut Cavanilles de Biodiversitat, Joaquín Baixeras, lamenta que la situación del museo sea «crítica, pues no se le ve futuro». «Esto es lo mismo que el Centro de Investigación Príncipe Felipe, pero a una escala mucho más modesta, pues estamos hablando de unas cantidades ridículas, que no suponen ningún problema a la Administración», apunta. «Nadie se puede creer —prosigue— que Diputación vaya a quebrar por pagarle 24.000 euros al año a la Torres Sala», el 0,0066% del presupuesto de la corporación provincial. Baixeras cree que el cierre del museo, «que hace una labor extraordinaria en divulgación e investigación, sería una lástima y una vergüenza para la cultura valenciana».

Malacología. La pasión de un médico de Camporrobles

Siro de Fez Sánchez (Camporrobles, 1888/Valencia, 1967) fue un médico de la Beneficencia Municipal de Valencia apasionado por el estudio de los moluscos. Recolector incansable de conchas de todos los continentes y océanos de la Tierra, su colección es la tercera de España en calidad de ejemplares y en número de especies.