Fue a mediados del siglo XVI cuando el Duque de Calabria obtuvo el permiso del Papa para suprimir la orden cistercense en el Monasterio de Sant Bernat de Rascanya. Lo hizo para poder instaurar en su lugar la orden jerónima, con lo que en ese momento el monasterio pasó a denominarse Sant Miquel dels Reis, nombre que persiste en la actualidad.

Hablamos de la actual sede de la Biblioteca Valenciana, ubicada en este gran recinto amurallado que se encuentra pegado a la antigua carretera de Barcelona. Junto a este magno edificio conviven viejos hostales, huertos y casas que en su día albergaron comercios prósperos de todo tipo en la que fue la entrada más importante de la ciudad, desde el norte.

Sin actividad cristiana

La actividad religiosa desapareció ya hace tiempo y en su lugar se instauró el mayor depósito de libros de la Comunitat Valenciana, gracias a la donación por parte de Nicolau Primitiu Gómez. La Biblioteca Valenciana nació jurídicamente en 1985. Cuatro años más tarde se creaba un consorcio con la intención de iniciar la restauración del monasterio, y en el año 2000, por fin, se instaló la institución.

La ubicación en Sant Miquel del Reis fue una apuesta clara por recuperar el esplendor cultural de la Valencia del siglo XV, en el que el monasterio jugó un papel predominante por ser la sede de la magnífica biblioteca del Duque de Calabria.

La Biblioteca Valenciana es en la actualidad una de las grandes estampas que representan lo que es la cultura en Valencia.

El edificio ha soportado muchos siglos con la carretera pegada a su entrada y no deja de sorprender el deterioro existente en sus alrededores. Cada día centenares de coches pasan por delante de la fachada del monasterio. Siglos atrás fueron carruajes y caballos los que se movían entre los pueblos de l’Horta, o que enlazaban Valencia con las principales ciudades de la Corona de Aragón.

Ya en la actualidad, la apertura de la autovía de Barcelona, más al este y pegada al mar, menguó el impacto de los coches en este vial lleno de historia.