Por primera vez en la historia, sale a la luz el Libro de Oro del Santo Grial. Un documento, compuesto de dos volúmenes, que registra entre sus páginas las firmas serigrafiadas de grandes personalidades religiosas, políticas y aristocráticas que han visitado la Catedral de Valencia.

La exhibición del libro ante los medios tuvo lugar ayer por la mañana en la capilla del Santo Grial, donde el canónigo conservador del Santo Cáliz, Jaime Sancho, mostró cuidadosamente los ejemplares que abarcan desde el año 1951 hasta la actualidad.

El Libro de Oro del Santo Grial constituye un documento histórico único que, a través de las firmas personales que lo componen, certifica el interés que despierta la presencia de una reliquia como el cáliz de la última cena en la ciudad levantina.

El primer libro está hecho en piel, con unas dimensiones de 34 cm de ancho y 25 de alto. La firma de puño y letra del papa Juan Pablo II, realizada en su primera visita a España en 1982, es la encargada de abrir este primer tomo.

El segundo ejemplar, algo menos ostentoso, lo inauguró el actual papa Benedicto XVI seis años atrás, en su visita a Valencia con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias.

Son muchas más las firmas de personajes religiosos que lo componen entre ellas las de varios cardenales y arzobispos como el actual arzobispo de Valencia, Carlos Osoro.

Las rúbricas de miembros de la monarquía también se pueden apreciar en una gran parte de las páginas. Entre ellas se conservan tres firmas del rey don Juan Carlos, la primera realizada en 1953 cuando tenía 15 años; y también la de la princesa de Mónaco desaparecida, Grace Kelly, de 1956.

Otras de personajes políticos como Francisco Franco durante su visita a Valencia en 1952, o la de cantantes de la talla del tenor Plácido Domingo también aparecen en el libro.

Éste último escribió, "¡Qué maravilla tan extraordinaria! Qué manera de guardar y proteger el Santo Grial".

Tras esta primera salida a la luz, el Libro de Oro del Santo Grial será guardado de nuevo a buen recaudo, aunque, aún así, serán miles los ciudadanos anónimos que, sin firmar, continuarán pasando por la Catedral de Valencia.