Desde que la normativa europea prohibió a los agricultores quemar la paja del arroz, cada otoño, los residuos se pudren en el agua contaminado el lago de l’Albufera, provocando la mortandad de peces y afectando a la biodiversidad de la zona. El debate sobre cómo eliminar la paja del arroz —tras la prohibición de la solución adoptada durante mucho tiempo— lleva años encima de la mesa, sin visos de una solución que los arroceros valencianos esperan como agua de mayo. Y es que las consecuencias que tiene la descomposición de la paja del arroz en la calidad de las aguas tras la cosecha, y la consiguiente inundación de los arrozales, es uno de los problemas que más preocupa en el entorno del parque natural de l’Albufera.

Sin embargo, un estudio —realizado por la Fundació Assut y presentado en la Universidad Politécnica por el entomólogo Juan Rueda— arroja una nueva visión tras los resultados de una investigación llevada a cabo en la partida de l’Estell, entre la pedanía del Palmar y el municipio de Sueca. El experimento consistió en analizar la relación que hay entre la gestión del arrozal en invierno —y sus condiciones ecológicas como lugar de alimentación de patos, garzas, gaviotas y limícolas—, y las distintas fórmulas de tratamiento del rastrojo.

Más riqueza de invertebrados

Por ello, tras analizar la roturación en seco del terreno, la quema de la paja, la incorporación de ésta al suelo mediante la labor de «fangueo», y el mero abandono del rastrojo en el campo, el informe concluye que «remover tierra y paja tras la siega es el sistema que más favorece la biodiversidad». Y es que tras el proceso del «fangueo» los expertos observaron «un aumento de la riqueza de los invertebrados», algo que no se produjo en el resto de las prácticas testadas.

El «fangueo» consiste en batir con un tractor de ruedas de hierro (llamadas «gàbies»), la superficie ligeramente inundada de las parcelas para airearla e incorporar al suelo la paja y los restos de la siega. «La entomofauna acuática, la cantidad y variedad de insectos y otros artrópodos son un inmejorable indicador de la calidad del medio», asegura el informe de la investigación. Es más, según Rueda, el «fangueo» impide también la «habitual explosión de quironómidos en las épocas de calor, esas molestas nubes de mosquitos que, en estado larvario, suponen además una seria amenaza para la cosecha de arroz. Por el contrario, las ‘rantelles’ o ‘tarrantelles’, como se los conoce en l’Albufera, aumentan exponencialmente tras las prácticas del abandono o la quema del rastrojo», explicó el experto.

Este proyecto tiene, entre otros objetivos, «valorar la incidencia de algunas prácticas de gestión de los arrozales y proponer soluciones o alternativas sostenibles».

300 lirios amarillos para mejorar el agua

Quince voluntarios participaron el pasado martes en la plantación masiva de lirios amarillos y carrizo en las parcelas inundadas del Tancat de la Pipa que funcionan como filtros verdes. Estas plantas mejoran la calidad del agua y del hábitat presente en el área de reserva del parque natural de l’Albufera aportando oxígeno, retirando los nutrientes e incrementando la transparencia del agua. Además, sus raíces son refugio de invertebrados, que serán alimento de aves y otros animales, que encuentran en estas plantas un espacio idóneo pra refugiarse y criar. El objetivo de esta actividad —organizada por Acció Ecologista Agró— fue «regenerar la vegetación de los filtros verdes de esta área de reserva», ahora que las aves abandonan sus refugios de invierno y se inicia la temporada reproductora. En el Tancat de la Pipa —área de reserva de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ)— hay un espacio dedicado especialmente a mejorar la calidad del agua con plantas que hacen la función de filtros verdes. El pasado martes, los voluntarios plantaron 300 lirios amarillos «que servirán para dar color y mejorar la calidad del agua en este espacio» ya que son plantas fundamentales en zonas húmedas. m. ros valencia