Una de las celebraciones históricas religiosas más deliciosas de Valencia es la de "huitava" del Corpus en el Patriarca. Se celebra el jueves siguiente al Corpus, en el Real Colegio Seminario de Corpus Christi, monumento perenne que levantara en esta ciudad el arzobispo Juan de Ribera a Jesús Sacramentado, en 1604. En la octava del Patriarca, hay Misa solemne, vísperas y completas, y procesión claustral en la que sólo participan los miembros del colegio y de la capilla, colegiales y capellanes, así como una representación de la Orden Terciaria Capuchina, que fundara el santo arzobispo Juan de Ribera. Todos van con cirios encendidos y cuatro de ellos llevan bandejas con pétalos de rosas y otros cuatro portando incensarios. Cada seis pasos la procesión se detiene para que sea incensado el Santísimo y se le lance pétalos de rosas. Simbolizan estas acciones cuando el rey David (ante el Arca de la Alianza) ofrecía a Dios, cada seis pasos, un sacrificio en medio de cánticos de alabanza del pueblo de Israel.

Todo el patio se llena de gente que, emocionada, asiste a esta procesión, una de las más sublimes de lo que se denomina la estética de la religión. Al término de la misma, en la capilla se canta el "Alabado sea el Santísimo Sacramento" a cuatro voces mixta de Juan Bautista Comes y las Letanías, a ocho voces mixtas. Hace pocos años fueron recuperadas las danzas de los Seises, ejecutadas por infantillos, que trajera desde Sevilla san Juan de Ribera, quien escribió las "Letras que se cantan por los infantes bailando en la procesión del Corpus en el Real Colegio de Corpus Christi". El P. Juan María Solá dijo que este prelado "acrecentó la pompa del Corpus y su Octava con nuevas y honestísimas danzas de hombres, con representaciones de autos, con mil variedades de cánticos, villancicos y motetes, que con la mayor elegancia sabía componer su no menos sabia devoción, para así convidar a todos a que, con señales de la más sencilla gratitud, reconociesen tan incomprensible beneficio de la eterna Divina Majestad". Las danzas de los Seises fueron bailadas hasta principios del siglo XIX, por niños, mancebos, que vestían indumentaria altamente bíblica, en palabras del P. Félix Senent, "a imitación de David, albas primorosas, ceñidor con franjas de oro, medias de seda encarnadas atadas con cintas y lazos, chapines o sandalias blancas, cabelleras rizadas partidas por la mitad, a usanza nazarena y corona de flores". El primer baile lo ejecutaban dentro de la Capilla, ante el altar mayor, el resto en el claustro sobre un tablado y el último de nuevo en el templo.

Ya en 1997, en mi libro "La festa del Corpus" abogaba porque fueran rescatadas y recuperadas dichas danzas. En el Archivo y Biblioteca del Colegio del Patriarca hay documentación y partituras de sobra para su debida recuperación. Manolo Camarasa, asesor de fiestas del Ayuntamiento de Valencia, se desplazó a Sevilla donde aún se baila la Danza de los Seises. En Valencia se encargó de la recuperación al Instituto Valenciano de la Música, pero no ha acertado para nada en la tarea, pues los infantillos o mancebos, al menos en lo que yo contemplé el pasado año, no visten a la manera bíblica -los han vestido de renacentistas- y en absoluto bailan la coreografía ni las partituras históricas, sólo dan pequeños saltitos delante del Santísimo. Es decir, que lo hecho ha sido un conato, un intento de recuperación, tal vez porque no se acudió a la valiosa fuente documental existente. Está todo por hacer.