Hay varios tipos de récords: los estrambóticos y rocambolescos, como el bigote más largo del mundo, por ejemplo, o los que al final tienen algún sentido o utilidad, como el que ayer se consiguió en la playa de la Malva-rosa. Más de 400 buzos, venidos de toda la Comunitat Valenciana, se encargaron de recoger restos depositados en el fondo del mar en la I Gran Jornada de Limpieza de Fondos Marinos. La marca: 270 kilos de basura del agua en 45 minutos.

«Hemos batido todos los récords, aunque no hayamos pagado para que lo registren», explicaron fuentes de la organización a Levante-EMV. No hubo que adentrarse mucho en el mar para encontrarse de todo. Latas, botellas, bolsas de plástico, compresas... El que se lleva el premio al objeto más llamativo es, sin duda, el carrito de la compra, aunque también compiten urnas de cenizas de personas fallecidas. Por alguna extraña razón, estos objetos han ido a parar a las aguas donde cada día se bañan miles de personas. Y todo esto a muy poca distancia de la orilla (750 metros).

Los más de 400 voluntarios procedían de varios clubes de buceo del territorio valenciano, así como de la Guardia Civil o Bomberos. El Club de Buceo Mediterráneo, quien organizaba la acción, los distribuyó en tres zonas distintas a lo largo de la orilla de la Malva-rosa. Alrededor de las 10.45 horas, tras oír los disparos de salida y en grupos de cinco o seis, los buzos entraron al agua ataviados con sus propios equipos de submarinismo y aire comprimido. Con ellos iba un «guía» que les indicaba el camino en las profundidades marinas. Se llegaron a sumergir hasta los siete metros. Los restos que encontraban los iban depositando en barcos de la organización, los cuales llevaron la basura después a un tinglado del puerto. Una vez allí, se contabilizó y se entregó al Ayuntamiento de Valencia para que proceda a su tratamiento.

«La playa de arena no es el escenario perfecto para hacer submarinismo», explicó Antonio, buzo con años de experiencia que ayer quiso colaborar en esta actividad. El mar amaneció un tanto picado, y la arena dificultaba la visión. Aún así, ello no impidió rescatar esos kilos de basura, aunque se esperaba recuperar muchos más.

Enmarcado en la misma jornada, los bañistas también pudieron calcular su huella de carbono y su contribución al cambio climático.