­Cada domingo adultos y niños se entremezclan en quioscos improvisados por un interés común: cambiar cromos. Un mercadillo que hace tres meses se trasladó de la calle Belluga hasta la calle San Vicente.

?Coleccionistas de toda la Comunitat Valenciana se acercan para intercambiar estampas. «No es más que rememorar tu infancia», declara David, un aficionado con un pequeño puesto de cromos.

?Una práctica poco habitual que para Pilar Caballero es su vida. «Me he gastado 100 euros en un cromo limitado que tuve que ir a buscar a la fábrica de Panini en Italia; mi negocio y mi vida es ésta», declara. A sus 47 años recuerda con melancolía sus inicios en el mundo del cromo. «Mis padres me inculcaron esta pasión, recuerdo que cuando era pequeña mi madre me compraba hasta el último cromo para que tuviese la colección completa», señala Caballero.

?David colecciona cromos de futbolistas, se gastó 300 euros en uno que guarda con especial cariño. «El cromo de Javier Clemente, entrenador de la Real Sociedad, del año 1999-2000, es uno de los cromos que más puede costar en la actualidad, su valor se estima en unos 600 euros y lo tengo yo», indica.

Pero las colecciones no están completas hasta el último fichaje. «Me he peleado por un cromo que me faltaba, era el último de una colección y me llegué a obsesionar», manifiesta el aficionado. Sin embargo, la pasión por los cromos no acaba ahí. Coleccionistas de todo el mundo intercambian opiniones y discusiones en foros. «Mantenemos el contacto con otros afines a esto y viajamos a su país si tienen un cromo que nos falta», expone un coleccionista.

La Eurocopa como reclamo

El reclamo de moda entre los niños son los cromos de los jugadores de la Eurocopa. «Este verano no me voy de vacaciones porque los niños están esperando que salgan los cromos de sus estrellas favoritas y todavía no están disponibles», dice uno de los comerciantes de cromos que ocupaban ayer San Vicente. ?«Habrá quien piense que esto es una basura, pero si por algo vale la pena hacerlo es porque en cada uno de los cromos que consigues es un niño que aflora en ti», enfatiza un aficionado.

Perros en bolsas de plástico en pleno centro

Cerca de la Plaza Redonda y siguiendo el paso del mercado dominical, vendedores ilegales de mascotas ofrecen perros y pájaros a los viandantes. Algunos cachorros cuestan 250 euros. En bolsas de plástico y mochilas esconden los cachorros que venden a módicos precios y de forma agresiva. «Ésto se ha visto aquí toda la vida, de pequeña ibas a la Plaza Redonda a comprar animales domésticos, sin embargo nunca se ha hecho nada para evitarlo», declara una vecina del centro de Valencia. «Observas cómo tratan a los cachorros y te da una pena, los llevan en bolsas de plástico amontonados», indica. Los vendedores ilegales ofertan cachorros con raza y «sin parásitos», pero no aportan ninguna prueba. Además utlizan tácticas agresivas increpando a los interesados. «Te acompañan al cajero y todo para que saques el dinero, están desesperados por deshacerse del perro» afirma una turista. p. mateu valencia