El barrio de Benimaclet busca para el mes de septiembre familias con problemas económicos que estén dispuestas a abrir las puertas de sus casas a estudiantes a cambio de un «alquiler social» que les permitiría pagar la hipoteca. Así lo confirmó a este diario el portavoz de la Asociación de Vecinos de Benimaclet, Francisco Guardeño, y el fundador de la ONG Nittúa, Raúl Contreras, miembros de dos de las entidades que llevan a marcha un proyecto que serviría para acoger a, al menos, parte de los estudiantes que llegan cada curso al barrio para estudiar en las universidades cercanas. Los caseros continuarían viviendo en los pisos y los jóvenes tendrían una habitación.

«Nos da igual que dónde vengan, tienen que dar vida al barrio», asegura Guardeño, que señala que entre los meses de junio a septiembre la actividad en Benimaclet se reduce porque los estudiantes «abandonan sus pisos». En total, unas 10.000 personas se van del barrio hasta que comienza el curso. «Eso se nota en la calle», comenta. Por todo ello, y también para conseguir «alquileres sociales», tanto Nittúa como la asociación de vecinos reciben con los brazos abiertos cualquier iniciativa que pretenda buscar más inquilinos.

Lo que sí es una realidad es que el curso que viene 50 jóvenes italianos vendrán a Benimaclet para pasar unas semanas en el barrio, por lo que ya les están buscando alojamiento. Sin embargo, esta tarea no es tan sencilla como podría parecer. «Si las familias se plantean acoger a gente en sus casas, es porque la situación ya está muy mal y no pueden llegar siquiera a fin de mes o pagar la hipoteca», explica Contreras, cuya ONG lleva varios años realizando proyectos de inclusión social.

Las conversaciones con la entidad vecinal, con el presidente, Antonio Pérez, a la cabeza, comenzaron a finales de mayo, cuando Nittúa ofreció la posibilidad. La asociación la aceptó rápidamente y comenzó a trabajar en la búsqueda de familias dispuestas a acoger, así, a estudiantes o trabajadores que tengan que trasladarse a Valencia. Por el momento, únicamente han encontrado cinco dispuestas a ofrecer habitaciones en sus casas.

El proceso es muy cuidadoso. Guardeño comenta que necesitan «familias sin problemas emocionales, que sean un buen lugar para vivir». Cuando lanzaron la idea en el barrio, fueron varias las familias que se acercaron a la asociación para ofrecer sus pisos. Sin embargo, fueron rechazadas porque no cumplían los requisitos de la asociación. Buscan, según explicó Guardeño, familias con problemas económicos que necesiten el dinero. «Si alguien quiere alquilar su piso, que vaya a una inmobiliaria», dice el portavoz de la entidad, que se muestra convencido de que con estos alquileres «podrían solucionar muchos problemas».

Será después del verano cuando el proceso se reanude. Por el momento, aunque hay muy buena intención, no hay suficientes casas interesados en la iniciativa siquiera para los 50 italianos que llegan en septiembre, por lo que la hipotética arribada de los 5.000 chinos desbordaría por completo al barrio. De hecho, únicamente tienen cinco familias. Contreras comentó que sería «imposible ubicarlos» —aunque insistió en que todo es una posibilidad que está muy en ciernes—. Muchos de ellos tendrían que buscar alojamiento en barrios cercanos.

Se especuló con la llegada de 5.000 chinos

Hace unos meses, fue una opción, aunque lejana, que una empresa hablara con el gobierno chino para traer a 5.000 jóvenes de esa nacionalidad a vivir al barrio. Tanto Nittúa como la entidad vecinal confirmaron que fue una posibilidad que se estudió durante un tiempo. «Fue un ofrecimiento de una empresa que finalmente no cristalizó», explican las mismas fuentes. Ambos se mostraron escépticos sobre la capacidad del barrio para albergar una colonia tan grande que necesitaría alojamiento durante varios meses. Á. S. valencia