Estos días están definiéndose los parámetros de la operación urbanística del nuevo y viejo MestallaMestalla mientras se anuncia la presentación casi inmediata de su proyecto. Sin quitar importancia a la operación inmobiliaria, quisiera sacar a relucir su trascendencia urbanística para la ciudad y los barrios donde se asientan ambas parcelas: la variable urbana de la operación, su capacidad para influir en el futuro de las respectivas zonas. Porque urbanismo es algo más que depositar edificabilidades y volúmenes en un damero de parcelas disponibles, incluso me atrevería a decir que sean cuales sean sus números -con ciertos límites-, se puede hacer un buen o un mal proyecto urbano. Y, de él, por ahora, nadie habla.

Se ha aprobado hace más de un mes por el Consell (29 Junio 2012) la iniciativa de la Actuación Territorial Estratégica (ATE) Valencia Avanza, presentada por el Valencia CF y Decoval S.L. sobre las dos parcelas del nuevo y viejo Mestalla, lo que implica la necesaria e inmediata presentación de la documentación de planeamiento y gestión y el inicio de su tramitación reglamentaria, con exposición pública y aprobación por el ayuntamiento y la Conselleria de Economía.

Se trata, en el Nuevo Mestalla, de una parcela de 90.000 m2., a la que se asigna una edificabilidad de 93.310 m2 de techo (55% de uso terciario y 45% deportivo); y en el Viejo Mestalla, sobre una parcela de 31.000 m2 se asigna una edificabilidad de 132.000 m2 de techo (85% terciario máximo y 15% residencial mínimo). En ambos casos sin otras menciones a cesiones -se habla de una reducción del 5 al 2%-, equipamientos ni zonas verdes que todo plan urbanístico precisaría y que no son obligatorios en las ATE. Se nos anuncia una próxima divulgación de la ordenación propuesta y la figuración urbana de su edificación. Y a ellas quiero referirme aquí para solicitar, como digo, que no perdamos la oportunidad de contemplarlas pensando, amén de sus aprovechamientos, en la ciudad y sus usuarios.

La parcela del Nuevo Mestalla adquirida por el Valencia CF mediante permuta tiene por objeto principal la construcción de un estadio de «cinco estrellas» de 75.000 plazas (iniciado en 2007 y paralizado en 2008 con su graderío ya ejecutado) y corresponde al espacio que el planeamiento anterior calificaba como Zona Deportiva de carácter público. Está en el ensanche Oeste de Valencia construido a ambos lados de la pista de Ademuz y, casualmente, en el centro geométrico de un nuevo barrio de viviendas y oficinas, nacido al aire de los felices 90, pero que la ciudad ha estado intentando promocionar desde el Plan General de 1966.

La ATE Valencia Avanza trata de remodelar el Plan General (la última modificación puntual del mismo fue del 30 de Marzo de 2012) con «una nueva ordenación basada en usos y actividades comerciales y en la construcción de un espacio de futuro del Valencia CF, incluyendo un área museística, cultural y comercial que gire alrededor del equipo de fútbol y que constituya una «centralidad urbana y territorial que contribuya al equilibrio de la ciudad de Valencia y su entorno urbano». Las declaraciones a prensa hablan de que «se mantendrá la grandiosidad monumental con la que nació el proyecto» (declaraciones del Presidente del club, Levante, 1 de Agosto 2012).

Las mismas fuentes hablan de desmontar -aunque por costoso, es cierto- la cubierta de cobre y acero simbolizando las acequias del Turia del proyecto inicial objeto de concurso, añadiendo, eso sí, que «en ningún caso adolecerá de la grandiosidad monumental con la que nació el proyecto».

Hasta aquí las referencias. Me apresuro a hacer una reflexión inicial: creo que la grandiosidad monumental no nos debe obsesionar. Ya tenemos en Valencia bastantes iconos o símbolos, sembrados en los últimos años, para precisar seguir por dicho camino, aunque sea con la excusa de la crisis. No pasa nada si la nueva edificación, además de singular, no es tan monumental, y sí más comedida y menos costosa. Ya hemos llamado la atención bastante, tenemos muchos edificios soberbios y podemos pedir moderación y urbanidad a la nueva arquitectura valenciana para que nos sirva sobre todo para hacer ciudad y dotarnos de espacios de uso colectivo de calidad, amables y útiles para sus habitantes actuales y futuros. Si, además, los turistas o visitantes, los quieren fotografiar, estupendo, pero no nos debemos llamar a engaño: la ciudad aún tiene el sarampión de edificios-icono a medio curar y sus prioridades deben de ser otras.

Siendo más concreto, opino, como digo, que no pasaría nada si el nuevo estadio adoleciera de la monumentalidad de un OVNI dejado caer en la Avenida de les Corts, si ello representara que, además del campo, ganara urbanidad y el barrio Oeste dispusiera de un espacio público capaz de constituirse en área de estancia y esparcimiento y capaz, también, de ser una pieza de identidad colectiva. Vaya, lo que antes se llamaba una «plaza pública», con la forma y situación que en cada caso se considerara conveniente. O lo que hoy llamamos un nodo o una «centralidad urbana», en expresión que curiosamente recoge la ATE Valencia Avanza. Con espacios ajardinados, vegetación, bancos, etc. Espacios vivos y permanentemente útiles, compatibles con el uso deportivo de los días de fútbol, que, como máximo, serán de dos a la semana. Y con una galería comercial que más que «abrazar al estadio» -así se ha descrito-, con hoteles y terciario, abrace los frentes de la plaza y contribuya, sin mengua de la singularidad del estadio de fútbol o incluso utilizando sus posibilidades, a hacer, repito, ciudad. Con accesos y transporte público propios de esa centralidad urbana para más de 30.000 habitantes permanentes en la zona y 70.000 visitantes ocasionales.

El ejemplo del Madison

Sería un caso parecido al Madison Square Garden de Nueva York, construido sobre una estación de ferrocarril y que en su última remodelación de 1991, mantiene su singularidad y capacidad de servicio, dando cara a la zona e integrando su diseño en la edificación del entorno, bien difícil, por cierto. El que tenga un carácter multiusos y que en su interior se puedan realizar deportes como basket, hockey, boxeo, conciertos musicales, mítines y actuaciones variadas, da una dimensión nueva que, ojala, aquí seamos capaces de incorporar con los artificios despieces necesarios. Por cierto, carácter que hoy en la ciudad de Valencia sólo se dispone en la Plaza de Toros, con capacidad para 12.000 espectadores.

Anticipé que no es el motivo de este artículo hablar de edificabilidades, usos, rasantes o tramitación ..€, ni de las dificultades inherentes a una modificación del Plan General realizada exclusivamente sobre una única parcela aislada (una en cada zona) para regular exclusivamente usos y volúmenes. Podremos volver en otra oportunidad sobre ello. Apunto sólo que el Valencia CF ha hecho bien buscando una fórmula urbanística que viabilice económicamente la construcción del estadio a medio terminar y su explotación y que siempre tendremos un cauce administrativo para alegar sobre permutas, costes y plusvalías.

Pues bien, vuelvo a la reflexión inicial. Estamos ante un momento clave para aprovechar la remodelación anunciada para septiembre -en la que se dice se está trabajando por sus arquitectos y seguramente por AUMSA-, para incluir un plus urbano a su diseño, que en los bocetos anteriores publicados no se contiene. Pensando también en el papel que la parcela del Nuevo Mestalla va a tener de servicio público, con sus accesos y su entronque en la red de transporte público de la ciudad, de la que se debería considerar un intercambiador de primer orden, con autobuses, metro, carriles bici y aparcamientos. Cambiando si es preciso viales y parcelas limítrofes que permitan apostar por un nuevo centro urbano, como hizo Nuevo Centro en los 70 y el Corte Inglés-Aqua en los 2000. Con jardines y zonas verdes próximos a las zonas residenciales y con aquél espacio público y locales de negocio citados que permitan su uso permanente los 365 días del año, mañanas y tardes, haya o no haya fútbol ni otros acontecimientos en su interior. El conjunto sería -él sí- el nuevo icono urbano y el campo bastaría con que fuera un frente intuible desde la Avenida de Les Corts (el diseño de la pieza es la clave) y adecuado a su función deportiva, acompañado de oficinas, servicios públicos, hotel y galerías comerciales que dan vida al conjunto y no simplemente ocupan -sin aportar nada- el perímetro del campo (¿).

Con motivo del Concurso del Nuevo Estadio ya presentamos en el año 2000 con otros arquitectos una propuesta para que el proyecto se transformara en algo más que un campo de deportes y su fachada una referencia permanente de la actividad del conjunto. En aquél momento de ensoñación y euforia de la sociedad deportiva promotora, era hasta lógico que no se premiara. Hoy, con el Valencia CF buscando ante todo financiación y viabilidad económica, y con el Ayuntamiento receloso ante la generación exclusiva de plusvalías privadas, sin tener claras las públicas (que no tendrían porqué ser exclusivamente económicas o de aprovechamiento), estamos en otro momento y debiera reflexionarse sobre ello.

Papel secundario

A la parcela del Viejo Mestalla, situada en una manzana de nada despreciable superficie, le cabe el papel de secundario en la operación - se utiliza sólo como moneda de cambio para avalar la obra anterior y limpiar de deudas al club-, pero, no por ello, debe descuidarse la influencia y la oportunidad de utilizar su planificación urbanística en algo más que asignar edificabilidades y usos. Tras el protocolo firmado el pasado Diciembre de 2011 entre el Valencia CF y Bankia, queda en manos del banco su promoción.

Enclavada en una área urbana en consolidación desde principios de siglo, con altas densidades, usos y tipos de edificación diversos (acumulados desde la Exposición Regional), con residencias de diferentes clases sociales, pocas dotaciones y espacios abiertos públicos de vecindad, su proyecto -su nuevo proyecto- requiere también, a mi entender, mucha más urbanidad, menos contabilidades inmobiliarias y una fuerte apuesta por la cualidad del binomio edificación€espacio público, en proceso similar al que representó en su momento a las operaciones de apertura del Paseo al Mar, el Colegio Alemán, la zona universitaria y el ensanche a esta parte del río. Nuevamente cabe demandar una visión más amplia que la incorporada en los diseños conocidos. El papel a jugar por los edificios de Obras Públicas -alquilado a Hacienda-, la Confederación y el abandonado Ayuntamiento (destinado para el nuevo Expo Hotel) lo considero clave, como lo sería la implantación allí de Caixa Forum en Valencia, para esta «área de oportunidad» que se ofrece a la ciudad al desaparecer el campo de fútbol. Con espacios públicos y dotaciones de vecindad: cines, comercios, salas culturales y articulando la parcela del Valencia CF-Bankia en un área más amplia (como mínimo los 49.000 m2 de la Unidad de Ejecución prevista) que llegue y enlace con la Alameda, el paseo Blasco Ibáñez y la avenida de Aragón-, bien comunicados y ejes urbanos reconocidos en la trama de la ciudad. Centro de dotaciones y punto de conexión de itinerarios diversos del barrio.

Como la ATE plantea en este punto la «reurbanización de la zona, con alteración de las alineaciones existentes, demolición de edificaciones, redistribución parcelaria, cesión de dotaciones públicas y nueva edificación en suelo y subsuelo», no parece que haya obstáculo previo para ello. Comparte también, por cierto -como en el Nuevo Mestalla-, el objetivo de crear un «espacio de centralidad -..que contribuya al equilibrio de la ciudad y su entorno urbano».

En resumen, creo que en medio de los esfuerzos para obtener fondos, reanudar las obras y recalificar los terrenos tanto del Viejo como del Nuevo Mestalla, aquilatar aprovechamientos y buscar simplemente rentabilidades, de bajar costes y mantener la monumentalidad de sus iconos arquitectónicos-, se nos está pasando desapercibida la cuestión de fondo que el asunto representa para la ciudad de Valencia: la oportunidad de presentar ¡¡hoy!! las dos propuestas en términos de desarrollo urbano y estructura urbanística resultante, o sea de su papel tan relevante en términos cualitativos como numéricos y espaciales para nuestra ciudad. No podemos esperar, como no parece que vaya a esperar la ATE, lo que diga el nuevo Plan General.

La crisis aclara el panorama

La crisis ha quitado mucha hojarasca formal y dado un cierto sosiego en la presentación de las nuevas propuestas. Ahora que se nos anuncia una información técnica precisa y supuestamente más moderada en sus aspiraciones monumentales ¿por qué no pedir un esfuerzo a sus protagonistas, por el interés urbano de la ATE -que puede ser un valor complementario de los otros intereses- y que se nos propongan sus dos proyectos urbanos completos, con edificios, espacios públicos y viarios integrados y dialogando con las parcelas del entorno y con el propio entorno inmediato ya construido?

Como dije al inicio, rompo una lanza a favor de la ciudad, el barrio o la zona donde se asientan-.. y, como mínimo, por la moderación y la urbanidad de la propuesta finalmente aprobada.