El ayuntamiento no ha parado de plantar árboles en la ciudad desde que Rita Barberá ocupa la alcaldía. La media es de unos 5.000 ejemplares al año. Es más, promesas electorales como la que realizó Barberá en 2003 -cuando se comprometió a que al ciudad oliera a azahar gracias a la plantación de más de 2.000 naranjos- o la del concejal delegado del área de Parques y Jardines por aquel entonces, Ramón Isidro Sanchis -que anunció en 2008 la siembra de miles de palmeras en todos los accesos de la ciudad para que absorbieran el CO2 que emiten los vehículos- ,han contribuido a que los ejemplares se tripliquen en las calles.

Sin embargo, en una ciudad "pensada" en verde el mantenimiento de las especies es fundamental y el recorte de 1,4 millones de euros en el presupuesto a las contratas municipales se ha traducido en un problema evidente para los 163.000 árboles de Valencia.

Las quejas vecinales por la falta de poda y la ausencia de mantenimiento de parques y jardines se han incrementado de forma exponencial en los últimos años. Además de la caída de ramas que no han contado con la pertinente poda, o de las molestias que ocasionan las mismas cuando alcanzan un tamaño "imposible".

Y aún vienen tiempos peores ya que las dos empresas adjudicatarias del servicio -Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) y Agricultores de la Vega- tienen encima de la mesa sendos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que aún mermarán más la plantilla. De hecho, el de FCC empezará en septiembre y supondrá que durante dos meses en los trabajos de jardinería habrá la mitad de personal.

El naranjo, el rey

Debido a la promesa de Barberá, el naranjo (amargo) ha tomado las calles y lidera la clasificación en cuanto al número de ejemplares que ornamentan la ciudad desplazando a otras especies como el plátano o el arce que, sin embargo, proporcionan más sombra. Ahora bien, el fruto cuando madura y no se recoge cae de la rama y las quejas por naranjas podridas en el suelo también se repiten año tras año.