Un verano más, y ya van cinco, la Marina Real Juan Carlos I lo ha pasado en blanco. Las previsiones que había para estos meses, basadas en la llegada al poder del PP, la iniciativa privada e incluso las aportaciones del Plan Confianza de la Generalitat Valenciana, no se han cumplido. Las más ambiciosas, como el traspaso de la titularidad de la dársena, la apertura de la terminal remota de cruceros o la instalación de Plug & Play en la antigua base del Alinghi siguen esperando su momento, lo mismo que otras de menor calado como la inauguración de las tres nuevas cafeterías que se construyen al otro lado del canal o la apertura de nuevos negocios en el entorno del Veles e Vents. Y como símbolo de este abandono, en un aparcamiento de coches de la Marina Sur reposa en seco el gigantesco catamarán que Bertarelli donó a Valencia y que nadie sabe dónde poner.

Administrativamente la situación es ciertamente compleja. Había dos pasos que dar y se han dado, pero uno ha llegado demasiado tarde, la renovación del Consorcio Valencia 2007, gestor de la Marina Real desde la Copa del America; y el otro, el traspaso de la titularidad de la dársena al Ayuntamiento, se antoja lento y dificultoso.

La renovación del Consorcio, o lo que es lo mismo, nombrar a los representantes del Gobierno de Mariano Rajoy que deben sustituir a los anteriores miembros del Gobierno socialista, no se materializó hasta el Consejo de Ministros del 8 de junio, seis meses después del cambio del Ejecutivo. Y a día de hoy no se ha producido una reunión oficial para reactivar su labor.

Traspaso de la dársena

Lo que si se ha producido ha sido una visita de la ministra de Fomento, Ana Pastor, a la ciudad de Valencia e improvisadamente a la dársena. Fue el 23 de abril y entonces se comprometió a transferir a la ciudad de Valencia los terrenos de la Marina Real, vitales para gestionarla libremente fuera de los corsés que impone la Autoridad Portuaria. Es más, poco después la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, aseguró que en el mes de julio se depositarían en el registro Civil los títulos de propiedad.

Dado o no ese paso, la realidad dice, sin embargo, que se trata de una andadura compleja, pues hay diferentes situaciones administrativas para cada uno de los terrenos y resolver el puzzle puede ser tortuoso. Pastor era, además, la séptima ministra que adquiere tal compromiso, lo que inevitablemente siembra dudas acerca de su cumplimiento final.

Con esta incertidumbre administrativa, la gestión real, como no podía ser de otra manera, es misión casi imposible. De la mano de la empresa privada han llegado dos grandes iniciativas que no ha podido materializarse este verano como era su intención. La multinacional norteamericana Plug & Play, incubadora de empresa de Silicon Valley, ha decidido instalarse en la base de Alinghi, pero a falta de que se resuelva el futuro del consorcio y las condiciones de las concesiones, sobre todo el tiempo de duración, que ahora no puede superar los cinco años, ha optado por quedarse provisionalmente en la calle Colón.

Por su lado, Valencia Passengers Services, entidad formada por Bergé, Pérez y Cia, Roca Monzó y Transcoma, se hizo con la concesión de la antigua estación marítima para instalar allí una estación remota de cruceros, una de las prioridades del Puerto de Valencia debido al auge de este tipo de turismo. Pero aunque su previsión era abrir en el mes de abril, problemas con el consorcio y los sistemas de seguridad han acabado posponiendo el inicio de su actividad a finales de septiembre.

Cafeterías al ralentí

Incluso los trabajos que puso en marcha el Ayuntamiento de Valencia con fondos del Plan Confianza de la Generalitat Valenciana „hablamos de las tres cafeterías que se construyen al otro lado del canal en sustitución de las arrolladas por el circuito de la Fórmula 1„ siguen muy retrasados. Iniciadas a primeros de año con la previsión de terminar la primera en Fallas y las otras para el verano, sólo hay una acabada y sin adjudicar y una segunda está en obras.

De todo este parón, finalmente, es ejemplo e imagen el «Alinghi 5», el gigantesco catamarán que disputó la 33 edición de la Copa del América y que, tras la derrota del equipo suizo y el traslado de la competición a San Francisco, fue donado por el magnate Ernesto Bertarelli a la ciudad de Valencia en reconocimiento a su apoyo a la competición y al equipo. El barco lleva meses en un aparcamiento esperando un espacio donde poder ser exhibido.

Las tres cafeterías del Plan Confianza

Las tres cafeterías que se construyen al otro lado del canal, junto al puente levadizo, siguen siendo un proyecto. Impulsadas por el ayuntamiento y financiadas por el Plan Confianza de la Generalitat (1,4 millones de euros), una está terminada, otra está en obras (foto) y la tercera está por comenzar.