Vaya por delante que servidor es de los que piensan que «Master and Commander», la cinta de 2003 dirigida por Peter Weir y protagonizada por Russell Crowe que se centra en una persecución naval durante principios del siglo XIX, es una de las películas más infravaloradas de los últimos años. Por eso, cuando el viernes pisé la cubierta del «Amerigo Vespucci», que hoy pueden visitar junto a estas líneas y en persona esta tarde antes de que zarpe de vuelta a Livorno, me sentí como el capitán Aubrey, el personaje que interpreta Crowe, y si me lo hubieran pedido, me habría ido con la tripulación del comandante La Faia hasta los confines del Atlántico a perseguir un navío francés.

Tanto el «Vespucci» como «La Pepa», el galeón (este sí) que fondea hasta el 23 de septiembre ante el edificio Veles e Vents, son alternativas. Hablaba mi compañero José Parrilla hace un par de páginas de un «cambio de rumbo», de otra ciudad que ha de empezar a construirse ahora que las grandes inversiones y las fotografías con la primera piedra comienzan a escasear. Pues bien, la llegada de dos barcos históricos permiten dar un paseo por tiempos pasados y suponen, como digo, una alternativa a ese modelo de urbe que a muchos fastidia.

Pregunten, si no, a los vecinos del Grao, de Cabanyal o de Nazaret si prefieren dos barcos en cuyas cubiertas los niños pueden jugar a ser el capitán Jack Sparrow o un gran evento como la Fórmula 1 que les confina en sus casas. Alguno de ustedes podría argumentar que poco tienen que ver estas dos propuestas. Podría ser. Nadie se va a cruzar el mundo para venir a ver el «Vespucci» como sí hacen para ver los bólidos.

Pero, mi pregunta es, ¿alguien se cruzará la ciudad, vendrá de Campanar u Orriols, para pasar un día entre el palo de trinquete y el de mesana, o para mirar al mar desde el bauprés como un mascarón de proa cualquiera (todo este vocabulario lo aprendí el viernes)? Muy posiblemente sí. Y es para ellos para quien ha de hacerse ciudad. En el yermo de ocio que es Valencia, cualquier alternativa es bien recibida. Los jóvenes „y todos, de hecho„siguen con el cine a 10 euros, pero eso es otra historia y, como diría Ende, debe ser contada en otro momento.