­«Vino», hijo de «Sidra» y «Moët», no pasó ayer desapercibido en la tradicional bendición de animales que tiene lugar en la calle Sagunto con motivo de la celebración de Sant Antoni Abad. patrón de los animales. Y es que en un desfile donde participan miles de animales domésticos de todos los tamaños, pocos alcanzan el volumen de «Vino», un dogo alemán de 90 kilos (que asistió con «amigos» de su misma raza) y que, contra todo pronóstico, reside un un piso de la capital. «El secreto es tenerlo educado. Si sabe comportarse no importa el tamaño que tenga. Eso sí, en casa tiene un sofá para él solo desde que era pequeño», explicaba ayer Santiago, su dueño, sorprendido por los aplausos que recibía el gigantesco perro.

«Vino» compartió ayer espacio con un sin fín de animales domésticos, muchos de ellos, ataviados con sus mejores galas para la ocasión. Y es que los participantes de la Bendición de animales buscan captar la atención de un público que es fiel a la cita y que este año, además, se sorprendió ante la primera «Fira solidaria del porrat», un conjunto de casetas donde se promocionaban productos valencianos y que fue todo un éxito.

Entre las mascotas que desfilaron ayer había de todo. Tortugas, ratones, pájaros, hurones, serpientes, conejos y hasta nueve tigres del circo Wonderland, que dejaron a más de uno (como a Javier Albors, de ocho años, nieto de «Antoniano») con la boca abierta. Literalmente. Sin embargo, y a pesar de que su abuelo, Joaquín Calduch, lo animaba a tocar al tigre «bebé» que estaba enjaulado frente a él, el chiquillo, con los ojos fijos en la reja, guardó sus manos a buen recaudo.

Ahora bien, si el público esperaba ayer algo con interés fue el paso de las más de 600 caballerías que participan cada año. Cada una recibe un trofeo. A más enganches, mejor premio. De hecho, la hermandad de San Antonio invierte 5.000 euros en galardones.