Un equipo de siete científicos de la Universitat Politècnica y la Universitat de València, integrados en el Grupo de Desarrollo Electrónico y Sensores Impresos (Gedps por sus siglas en inglés), se ha especializado en sistemas de lenguas y narices electrónicas que tratan de reproducir de forma artificial los sentido del gusto y el olfato. El concepto se basa en el biomimetismo, "el intentar por cualquier medio tecnológico imitar lo que hay en la naturaleza", explica Eduardo García Breijo, investigador del Gedsp. Así pues, estas narices y lenguas de alta de tecnología están compuestas por un conjunto de sensores y un sistema de reconocimiento de patrones capaz de identificar olores o sabores simples o complejos.

El último avance del Gedps, que pertenece al IDM -siglas en inglés del Centro de Reconocimiento Molecular y Desarrollo Tecnológico de las dos universidades públicas - es una lengua electrónica para la detección de explosivos en disoluciones o suelos contaminados. El sistema, en fase de laboratorio, detecta en pocos segundos bajas concentraciones de trinitrotolueno (TNT) -0,2 miligramos por litro-, y en un futuro podría aplicarse otros explosivos. Además de en explosivos, los investigadores de trabajan también en la aplicación de esta tecnología en "la detección de armas químicas o drogas, el control de calidad de los alimentos, diagnosis no invasiva (respiración, análisis de orina, sudor, olor..) o monitorización de la polución de aire y agua", señala Ramón Martínez Máñez, director del IDM.

Para reproducir artificialmente el sentido del sabor se utilizan diferentes electrodos fabricados con materiales como el platino, oro, cobre, plata, cobalto o níquel, entre otros, y un software para la visualización y análisis de los resultados obtenidos en la medición. La dificultad, apunta García Breijo, radica en que es muy difícil imitar las papilas gustativas o las células olfativas en toda su complejidad, por lo que los sensores son muy específicos". Otro contratiempo es que los sistemas electrónicos que hay actualmente en el mercado precisan de equipos informáticos muy voluminosos. El Gedps se ha centrado en desarrollar sensores para ser utilizados en varios campos e integrarlos en equipos portátiles de bajo coste.

Control de calidad de alimentos

El Gedps también trabaja en una lengua electrónica de control de calidad de las aguas capaz de detectar de forma rápida y barata un vertido contaminante. Otro sistema permite identificar al 100% si el tipo de agua mineral envasada es el de la marca de la etiqueta. También investigan lenguas electrónicas que detectan fármacos y pesticidas en zumos y leche, si el pescado o la carne es fresca, así como el grado de ahumado del salmón. Entre las narices electrónicas que han creado sobresale una para medir la calidad de la fruta y otra que detecta la curación del jamón.