Los Escolapios de Valencia llevan 14 años llamando a todas las puertas, administraciones y entidades privadas, para arreglar la iglesia de la calle Carniceros, cuya cúpula, la más grande de España y una de las más imponentes de Europa, tiene problemas en la cubierta y gigantescas grietas en la estructura. A la espera de esa ayuda, técnicos de la Universidad Politécnica de Valencia tienen monitorizado el monumento para comprobar de manera permanente el estado de las grietas y el grado de resistencia de los muros.

Según explicó ayer el responsable de Patrimonio de los Escolapios, Luis Tatay, la iglesia es la única parte del complejo que queda por restaurar. Su estado, además, es preocupante, pues ha perdido parte de las tejas y cuando llueve el agua cae por un lateral del altar e incluso en los bancos donde los feligreses oyen misa. No hay que olvidar que se trata de la parroquia de San Joaquín y está abierta al culto.

Esas filtraciones han generado, así mismo, grandes grietas en la estructura de la cúpula, que se eleva a 40 metros de altura y tiene un diámetro de 24,5 metros. Algunas atraviesan incluso las cornisas interiores, pasan los ventanales y bajan al segundo cuerpo.

Para tratar de reparar estos desperfectos, explicó Tatay, los Padres Escolapios llevan 14 años negociando con todas las administraciones. Quieren reparar al menos la cubierta (el resto de la iglesia se dejaría para después), pero no han encontrado una respuesta positiva. Tampoco de las fundaciones y obras sociales de las cajas de ahorro, con las que también se han puesto en contacto.

Lo más urgente es cambiar las tejas, que están sujetas de una manera casi artesanal, y cerrar las grietas, para lo cual se necesita un costosísimo andamiaje que resulta más caro todavía con el incremento del IVA cultural hasta el 21%, lamento el escolapio. Se calcula que hacen falta unos 500.000 euros para esta primera fase.

A la espera de encontrar una receta, colaboradores de la Universidad Politécnica de Valencia han monitorizado toda la estructura con sensores y un ordenador central donde se recoge permanentemente la evolución de las grietas y la resistencia de los muros, que afortunadamente, comenta Tatay, "están muy bien hechos". Lo resalta porque la obra se acabó precipitadamente cuando murió su mecenas, el Arzobispo Mayoral, dejando aparcada la prevista decoración con frescos y dedicando todo el dinero que quedaba a cerrar la gran cúpula.

En la actualidad, los escolapios están en negociaciones con la Universidad Politécnica de Valencia y con el Arzobispado para cerrar un convenio que les permita acogerse al 1% cultural, una vía que podría ser la solución a sus problemas.