Su sombra desprendía la frescura de la humedad que albergaba en el interior de su tronco, pero la umbría y el frescor que caracterizan a la "Phytolacca dioica" han desaparecido de los Jardines de Viveros, cuando los podadores del servicio municipal de jardinería talaron el hermoso ejemplar orillado junto al parque infantil, tras desprenderse en mayo una de sus ramas, que debía ser la que sostenía y alimentaba la imponente arquitectura de su copa, lo que ocasionó el debilitamiento del ejemplar y su muerte paulatina, tal como informó Levante-EMV. Este árbol que trajo a Europa Hernando Colón, hijo del descubridor de América, originario de Perú y de Argentina, también es conocido como "Bellasombra" por el cobijo que proporciona en verano a los paseantes. En los Jardines de Viveros, este ejemplar que también es conocido como ombú y más popularmente como "árbol de la laca", era toda una personalidad dentro del conjunto de especies del parque. La edad del árbol la tendrán que calcular los botánicos y entendidos mientras se mantenga el tocón, pero a buen seguro que superaba las tres décadas de vida, sobre todo por el porte de sus ramas.

Nadie sabe por qué murió Bellasombra. Tampoco han sido estudiadas las causas que provocaron su defunción, aunque todo apunta que fue el desgajamiento de la rama madre que se tronchó una noche de tormenta (eso cuentan) la que partió su vida. El ombú de Viveros ya no fue el mismo desde entonces. Su savia tóxica que repele a los insectos dejó de circular por sus ramas. Las hojas verdes, perennes y simples, de unos 25 cm. de largo, como describía el redactor de este periódico Manuel Molines en la serie "Sombras de la ciudad" que se publicó en 2001, dejaron de absorber el dióxido de carbono y de liberar el oxígeno. Murió en silencio como un heroico protagonista. El equipo de poda del Ayuntamiento aprovechó que la tala se había retrasado un mes para denunciar en mayo que los recortes habían menguado la plantilla. Ahora ya solo queda en Viveros un tocón que asemeja una caprichosa y original escultura de saurios reptantes, que podría conservarse como expresión creativa de la Naturaleza y última huella de la presencia de un magnífico árbol cuyo nombre deriva de una voz guaraní que significa sombra y que algún poeta le añadió lo de bella. En septiembre se prevé la poda del tocón, aunque quién sabe si será indultado por los jardineros.