La nueva ordenanza sobre la prostitución ha empezado a cambiar los hábitos de las mujeres que la venían ejerciendo en la calle y las ha obligado a buscar albergue en pequeños apartamentos de habitación y baño por los que están dispuestas a pagar 400 euros a la semana. Así lo han asegurado a este periódico fuentes del sector inmobiliario, que explican, así mismo, que existe una gran rotación en las inquilinas y que el fenómeno afecta a todos los barrios de la ciudad, incluido el entorno del barrio de Velluters y el centro histórico.

La ordenanza de la prostitución, que prevé sanciones de entre 300 y 2.000 euros para los clientes las mujeres no serán multadas, tiene como objetivo acabar con esta práctica en la vía pública y eliminar las molestias que genera a los vecinos. Su entrada en vigor se produjo la semana pasada y además de las más de cien actas de advertencia que se han levantado en estos días previas a la sanción la Policía Local ha detectado una caída de la actividad del 70% en Velluters, concretamente en el espacio conocido como barrio chino, que es la zona donde se originó el conflicto vecinal.

También ha detectado la policía un cambio de hábitos de las mujeres, que han empezado a refugiarse, dicen las fuentes, en los locales del entorno y en pisos, pensiones y hostales donde tradicionalmente se ha practicado el alterne.

Todo parece indicar, sin embargo, que esa redistribución de espacios va mucho más allá y puede suponer la dispersión de la prostitución por toda la ciudad, escondida en pequeños apartamentos que cumplen las condiciones justas para el uso que pretenden.

Según fuentes del sector inmobiliario, en los últimos dos meses, justo cuando se aprobó la nueva ordenanza, han recibido numerosas ofertas de mujeres que buscan un apartamento con habitación y baño o con dos habitaciones y baño. Ofrecen incluso precios por encima de lo que marcaría el mercado, concretamente entre trescientos y cuatrocientos euros por una semana. Se ha detectado, además, que la rotación de estas mujeres es muy alta, es decir, el alquiler va pasando de unas manos a otras en pocos días o semanas, lo que multiplica la actividad en estos apartamentos.

Si hablamos de barrios, el fenómeno es general, afecta a todos los puntos de la ciudad, con una incidencia importante, como no podía ser de otra forma, en el centro histórico y en el entorno del barrio de Velluters.