Ataviado con zapatillas deportivas, chándal, alzacuellos y cruz, el arzobispo Carlos Osoro recorrió ayer los cerca de cinco kilómetros de la Volta a Peu al Cabanyal. El motivo no fue otro que el de celebrar el Año de la Fe que ha organizado la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir (UCV), junto a la Hermandad del Santísimo Cristo Salvador y otras entidades. Pero no es la única vez que se ha visto al prelado de esta guisa. Los pasados meses de marzo y mayo participó en Ruta Gent Jove, unas peregrinación de varios kilómetros (siete y trece, respectivamente) en los que al finalizar, como hoy, no le faltó el aliento para oficiar una ceremonia.

En el caso de ayer, el arzobispo tomó la salida junto a los miles de participantes, entre ellos el rector de la UCV José Alfredo Peris, el vicerrector José Luis Sánchez y la decana de la facultad de ciencias de la actividad física y del deporte. El arzobispo, sin embargo, se limitó a andar rápido. A sus 68 años, no obstante, consiguió mantener un buen ritmo de marcha.

A su llegada a la meta, se repuso del esfuerzo con litros de agua: no en vano ayer se rozaron los 29 grados en el cap i casal „y el alzacuellos no debe ser la prenda más transpirable del mundo„.

Durante el acto de entrega de medallas monseñor Osoro afirmó que «el sacrificio, la entrega, el hacer equipo, el que todos seamos iguales corriendo más y otros menos, el participar ya que lo importante no es ganar, y ayudarnos en unas relaciones de fraternidad es lo más importante».

El prelado, que suele desplazarse andando a los sitios cercanos en su actividad cotidiana «y que está en forma, a pesar de su apretada agenda», según fuentes del arzobispado, ha cogido el gusto a recorrer a pie la ciudad. Así, invitó a los participantes a participar en la «Misión Nueva Ciudad». Se trata de «salir siete días en julio a las calles, sin llevar nada sino sólo mostrando el rostro de Cristo, estando con los que están solos, yendo a ver a los enfermos, o anunciando directamente al Señor», aseguró.

La misión arrancará cada día con «una hora de oración por la mañana y acabaremos cada día con una eucaristía por la noche juntos», porque que «no podemos construir la nueva ciudad con nuestras fuerzas, sino mostrando la imagen de Dios que somos cada uno de nosotros», explicó recientemente el arzobispo Osoro.

Evangelizar a ritmo de carrera

No hay duda de que el «running», como gusta llamar ahora a correr, se está convirtiendo en todo un fenómeno social. Y el arzobispo Osoro no es el único eclesiástico que corre. Juan Pons, natural de Gata de Gorgos, es formador en el Seminario Menor de Xàtiva. Desde que en su primer destino, Riba-roja, se lanzó a correr con sus feligreses, no ha parado. Ahora se va a atrever con «la pujada al castell» de la capital de La Costera, en noviembre, y se prepara también para correr su prueba preferida, la media maratón, en febrero. «Fue una manera de relacionarme con los vecinos del pueblo. La gente agradece que los sacerdotes hagan vida normal, es signo de cercanía», explicó al semanario Paraula. levante-emv valencia