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El padre Ángel Sanz se prepara para dar misa mientras en los altavoces suenan ritmos latinos y las luces verdes de las lámparas de discoteca danzan sobre el suelo, que apenas unas horas antes ha acogido una noche de fiesta. La parroquia San Vicente Mártir cumple siete años de trabajo con inmigrantes y, para celebrarlo, el sacerdote navarro, de 75 años, sacó ayer la celebración del templo de la calle Ermita, al lado de la plaza de España, y la llevó hasta la discoteca Encuentro Latino, situada en la calle Fray Junípero Serra, donde se llevó a cabo una fiesta de medio día, hasta las 21 horas, dirigida especialmente a los inmigrantes fieles del padre Sanz.

Él aseguraba ayer, poco antes de comenzar la misa, que simplemente hace «lo que Jesucristo hubiera hecho en mi lugar». Este sacerdote claretiano que lleva 14 años trabajando en Valencia „antes había estado en Zaragoza, donde dirigió el colegio claretiano de la ciudad y fundó, en 1983, la sede aragonesa de la ONG Teléfono de la Esperanza, y en Suiza, donde ya comenzó a trabajar con personas que se encontraban lejos de sus países„ asegura que la fiesta de ayer, que se celebra todos los años, «va a más». Y va a más porque cuenta con un grupo de fieles muy numeroso, formado sobre todo por inmigrantes de América Latina.

«No me gusta compararlos con los españoles, pero sí que es cierto que el encuentro en la parroquia fortalece mucho su fe», describe Sanz, arropado en la discoteca por decenas de sus feligreses habituales. «He venido a compartir la palabra de Jesús con todas las naciones», explica una mujer que se sienta en primera fila y que acude todos los domingos a la céntrica parroquia del padre Ángel. Llama la atención la presencia de muchos niños en la Eucaristía.

Quizá, parte del éxito de Sanz deba buscarse, como él dice, en los actos «sociales» que realiza en su templo y que no son solo misas y celebraciones religiosas. Sin ir más lejos, los lunes organiza una bolsa de empleo a la que acuden «inmigrantes de toda la ciudad». «Sólo intento seguir la pauta de Jesús y evangelizar con obras y palabras», indica. Para él, así como para sus feligreses, una discoteca es un lugar tan bueno como cualquier otro para celebrar una misa. Durante todo el día de ayer, el local fue el epicentro de una fiesta que reunió a cientos de personas y que incluyó actuaciones musicales.