Aceptable. Es la calificación que ha otorgado la Fundación Eroski a la seguridad vial en las zonas escolares de Valencia, después de realizar un estudio durante el pasado mes de septiembre en el que se han analizado al detalle las condiciones de movilidad y las infraestructuras que envuelven diez centros educativos de la ciudad, escogidos de forma aleatoria.

El informe, que también se ha extendido a otras nueve capitales españolas, como Madrid y Barcelona, comprende distinas categorías: el desplazamiento, el acceso, los cruces y su señalización y las «horas punta» en el entorno de las escuelas.

Entre los aspectos mejorables, la investigación refleja que en cuatro de las diez zonas evaluadas no se hallaron paradas de autobús urbano en las inmediaciones de los colegios, lo que supone un obstáculo para los alumnos que no se desplazan a pie. A esto hay que añadir que sólo uno tenía una estación de metro cerca y otro una parada de tranvía. Además, seis colegios de los diez observados no tenía bicicarriles para el transporte en bicicleta.

En cuanto a los cruces, Eroski asegura que para llegar a nueve de los diez centros seleccionados los niños estaban obligados a cruzar la calzada en algún momento, y sólo en cinco de los colegios había pasos de peatones que derivaban a los alumnos directamente al interior del centro. En este campo del estudio se describe que «en líneas generales, había la suficiente visibilidad en todos los pasos de peatones de la zona en el momento de cruzar y se consideró que la velocidad de aproximación de los vehículos a ellos era la adecuada». No obstante, se recalca que en ocho de los espacios inspeccionados no se detectaron señalizaciones de limitación de velocidad y en cinco tampoco se observó la señal indicativa de zona frecuentada por menores.

Notable presencia policial

Por otra parte, en los apartados más positivos que se desprenden del informe, cabe resaltar la notable presencia de policías locales en las calles que circundan los colegios. En nueve de las diez zonas escolares examinadas se comprobó que al menos un agente municipal «ayudaba a organizar el tráfico de alumnos a pie y en transporte privado y público». A raíz de esta situación, el texto explica que se presenciaron varios atascos a la salida de los niños de las escuelas, pero «no se fue testigo de ocasiones de peligro en las intersecciones».

Por último, se afirma que siete centros tienen accesos con la suficiente anchura para evitar aglomeraciones, aunque en cuatro no se cuenta con una zona para que los alumnos esperen de forma segura a sus padres.