El cambio en los hábitos de lectura es imparable. Pero cuando la sociedad se había acostumbrado a ver a lectores en el metro, los autobuses o andando por la calle con los ojos fijos en las pantallas de los novísimos libros electrónicos, el hábito ha dado de nuevo muestras de su resiliencia y proliferan en estas fechas clubes de lectura, alejados, eso sí, de las noches junto a las velas en salones de alta alcurnia o de reuniones en plena tormenta que dieron lugar a grandes obras de la literatura universal. Más bien al contrario. Los nuevos clubes de lectura son digitales, sí, anclados en las redes sociales, pero también son encuentros de amigos que leen libros que de otra manera nunca leerían, una actividad más en las agendas culturales de las librerías cafeterías valencianas o iniciativas diseñadas para permanecer en contacto. Se convierte, en definitiva, en un acto social parecido a ir al cine, donde la experiencia de ver la misma película con otras personas cambia por completo la cinta en cuestión.

Pero, ¿qué es un club de lectura? Podría definirse, someramente, como un encuentro de lectores o bibliófilos en el que los organizadores proponen una obra, dan un mes para que los participantes se la lean y luego se reúnen para comentarla. Pero en realidad es mucho más. Para aquellos que en pleno siglo XXI se acercan a una actividad que aunque podría parecer anacrónica está firmemente arraigada en la cultura de miles de valencianos, el club de lectura es, además, algo parecido a un club social donde aprender y relacionarse.

El epicentro de los nuevos clubes de lectura son las bibliotecas. La red de bibliotecas municipales del Ayuntamiento de Valencia, que cuenta con un total de 32 bibliotecas, y en buena parte de ellas hay un club de lectura. Un ejemplo es la Joan de Timoneda, en el barrio de Beniferri, en la que se reúnen los primeros miércoles de cada mes. Como suele ocurrir en estos casos, la iniciativa partió, en diciembre de 2010, de un grupo de usuarios de la biblioteca que propusieron a la directora, Teresa Juan, la creación de un club de lectura. Era algo que ya se hacía en otros centros, por ejemplo en la biblioteca de La Petxina, que con 10 años de vida es, según Juan, la más longeva y la más exitosa. Ahora, tras tres años de andanzas, el club de lectura de la Joan de Timoneda está compuesto por 20 personas de distintas edades y oficios y tiene hasta lista de espera. El funcionamiento de este club es paradigmático: tras una breve presentación de la obra y del autor, se exponen, si procede, distintos contenidos audiovisuales y, si no es necesario, directamente se pasa a comentar el libro. Rotas las primeras resistencia del incómodo silencio de quienes están entrando el calor, el debate se desborda.

La obra que se analizó el último miércoles era «El barón rampante», de Italo Calvino. La novela, de 1957, no era lo que muchos de los participantes en el club habrían elegido como lectura, pero precisamente eso es lo que muchos de ellos destacan como uno de los motivos para entrar a formar parte de un club de estas características: que así leen lo que nunca habrían dicho que leerían. En los tres años de vida del club han leído tanto autores europeos como latinoamericanos, espoleados por una de las propulsoras del club que era venezolana. Entre los escritores que se han leído en obras que han pasado por la Joan de Timoneda se encuentran Paul Auster, Haruki Murakami, José Saramago, Jorge Luis Borges, Isabel Allende o Arturo Pérez Reverte, entre otros.

«Somos gente normal, aquí no hay expertos, explica Juan. Los participantes en el club aseguran que leer en ese entorno es «más cálido». Para ellos, es todo «un gusto» leer en papel. «Es difícil conseguir plaza en un club de lectura, comenta una de las participantes, que asegura que llegó a la Joan de Timoneda al quedarse sin plaza en La Petxina: «Aunque ahora no lo cambiaría por nada».

Auge de las librerías cafetería

Las librerías cafeterías, conocidas popularmente como «bibliocafés», son un fenómeno creciente en Valencia. Nótese que el nombre, «librería», no es «biblioteca», por lo que los usuarios de estos locales pueden leer libros si los compran, al menos en la mayoría de ellos. Estos locales, siempre muy imbricados en el tejido cultural valenciano, organizan también clubes de lectura, así como talleres de escritura creativa o presentaciones de obras de autores noveles o no tan noveles. Uno de los establecimientos más conocidos es Bibliocafé, uno de los primeros que abrió en Valencia. Situado junto al estadio de Mestalla, siempre está lleno de estudiantes universitarios que se impregnan del ambiente bohemio. El club de lectura de Bibliocafé tiene dos años de vida y se reúne una vez al mes: en diciembre, la cita es el día 3.

Muy cerca de ahí, en la Universitat de València (UV), también hay un club de lectura, organizado por los antiguos alumnos del centro educativo. Dirigido por José Manuel Aura y organizado por el Aula de Lectura y Escritura de la UV, celebraron su última reunión hace dos semanas, cuando analizaron «La cena», de Herman Koch. El lugar elegido fue la Biblioteca Municipal Palacio de la Exposición, cuya directora, Cristina Delgado, coordinó el grupo junto con Aura. El próximo encuentro está convocado para el día 3 de diciembre a las 18 horas.

Clubes para los jóvenes

En los ojos de Nicolás D’Opazo, Mari Carmen Fombuena y Elena López, con edades comprendidas entre los 18 y los 22 años, se ve la ilusión que sienten por La Madriguera Literaria, el club de literatura infantil y juvenil que crearon tras una conversación en una conocida red social hace un año. La Casa del Libro les acogió y cada mes se unen al resto de clubes que organiza esta tienda, con Merche Viñas a la cabeza. El de D’Opazo, Fombuena, López y José Monserrat, el otro creador, es el único club literario juvenil de la ciudad, y uno de los pocos de la Comunitat Valenciana —«sin contar los de los colegios», como se apresuran a apuntar—. Este mes han leído En llamas, la segunda parte de la conocida trilogía Los juegos del hambre.

Sus reuniones son ruidosas, como reconoce Viñas, pero porque «aún tienen pasión por la literatura», como ellos mismos dicen. En sus encuentros mensuales, lo primero es presentarse, «porque en muchas reuniones hay gente nueva», como explica Fombuena, algunos hasta de 12 ó 14 años. Luego, hablan de lo que les ha gustado del libro porque, como señalan, mantienen contacto por redes sociales durante el mes y, «más o menos», comentan, todos saben a quién le ha gustado el libro y a quién no. «Queríamos formar este club para demostrar que a nosotros también nos gusta leer», explican.

Se trata de jóvenes muy relacionados con las editoriales y los autores, por lo que en ocasiones reciben libros obsequio que comentan en sus reuniones. Suelen leer mayoritariamente en papel y aseguran que los lectores de libros electrónicos no les gustan.

Viñas, que está orgullosa de los clubes que coordina en La Casa del Libro, comenta que aunque ella ha montado algunos, como el de fantasía y ciencia ficción que se reúne el último miércoles de cada mes, la mayoría han acudido a la tienda para ver si podían reunirse allí. Es el caso del Salón de Libros Perdidos, en el que se lee literatura clásica o contemporánea «pero original» o el club de Literatura Romántica y Erótica, al que, además, suelen acudir autores de las obras que se leen. En enero comenzarán dos nuevos clubes: uno de terror y de poesía.