El colector Vera-Palmaret, llamado a recoger las aguas pluviales del norte de Valencia pero paralizado antes de que terminaran las obras, ha dejado una «cicatriz» de hormigón en el centro de la huerta protegida difícil de gestionar. La empresa constructora del colector ha tapado con tierra de cultivo la parte que está dentro del ámbito del monasterio de San Miguel de los Reyes, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), pero el resto del trazado está a la espera de que la Conselleria de Agricultura traspase la obra al Ayuntamiento de Valencia, que será el que, entonces, decida cómo resuelve este problema.

En principio, el colector debería recoger las aguas pluviales de una amplia zona de huerta que va desde el monasterio de San Miguel de los Reyes hasta la playa. De esta forma se acababa con el riesgo de inundaciones del que hablaba el Patricova.

Su presupuesto era de algo más de 15 millones de euros, pero la obra se paró cuando sólo se habían gastado 11 millones y la conducción, un gran canal de hormigón, apenas había llegado hasta la entrada a Alboraia.

El motivo, sobre el que el Ayuntamiento de Valencia y la Conselleria no se ponen de acuerdo, podría ser la próxima revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Valencia y la recalificación del suelo, lo que dificulta las operaciones de expropiación.

Una vez tomada la decisión de parar el proyecto, la empresa responsable de las obras recibió el encargo de reconducir las aguas hacia el norte para sacarlas al barrando del Carraixet y posteriormente al mar. Así mismo, debía tapar el canal y hormigonar la superficie antes del mes de noviembre, cosa que ya ha cumplido.

La cuestión ahora es qué ocurre con la enorme franja de hormigón de unos 15 metros de anchura que parte por medio la huerta protegida del norte de Valencia.

Por lo pronto, la Conselleria de Agricultura ha ordenado cubrir con tierra de cultivo los alrededor de 200 metros de canal que quedaban dentro de la huerta de San Miguel de los Reyes, que está declarado Bien de Interés Cultural. Pero justo a partir de sus muros se ha dejado el hormigón intacto a la espera de una solución que, por lo pronto, se desconoce.

Según informaron fuentes de la Conselleria de Agricultura, una vez terminada la obra, ese tramo, de alrededor de 1 kilómetro de largo con un brazo de unos 400 metros hacia el norte, será responsabilidad del Ayuntamiento de Valencia, que deberá decidir qué hacer con él.

Soluciones

El consistorio, por su parte, asume esa responsabilidad, pero cuando haya recepcionado la obra, cosa que no ha ocurrido todavía a falta de que ambas instituciones se pongan de acuerdo sobre los últimos flecos de la construcción y todo quede en condiciones, dijeron fuentes municipales.

Entre las posibilidades que se barajan, al menos a juzgar por lo que dicen los responsables de la obra, está construir una especie de paseo integrado en la huerta, pues la otra solución, cubrir el terreno con tierra de cultivo, no parece factible.