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Archivadores con datos completos de pacientes están olvidados en la vieja Fe

Miles de datos personales de altas de enfermos, consentimientos informados, historias clínicas y registros de fallecidos se encuentran al alcance de cualquier persona que visite las viejas instalaciones del centro hospitalario de Campanar

Uno de los despachos abandonados del centro hospitalario de Campanar. Levante-EMV

Si usted acudió a hacerse algún tipo de prueba, ingresó por síntomas que requerían estar bajo observación, firmó un consentimiento para ser operado o someterse a una exploración complicada o tuvo la desgracia de sufrir la pérdida de algún familiar a mediados de la década de los 90 o primeros años del primer decenio de 2000 podría encontrarse con la desagradable sorpresa de descubrir que los datos de su historia clínica, los resultados de sus análisis, de su diagnóstico, de las conclusiones anotadas por el médico que le atendió y de todas aquellas circunstancias personales que recoge una historia clínica están al alcance de la vista de cualquier visitante que acuda al centro hospitalario de Campanar, conocido como la vieja Fe.

El traslado de tan monumental edificio hospitalario que se prolongó durante meses y aún está por concluir, pues faltan el laboratorio y Anatomía Pat0lógica dejó tras de sí decenas de archivadores con miles de documentos de pacientes perfectamente identificados, como pudo comprobar in situ Levante-EMV, tras recorrer varias plantas en compañía de familiares de enfermos ingresados que quedaron perplejos al hallar que tan íntima documentación estaba al alcance de cualquier persona.

La mudanza al flamante edificio de la avenida de Malilla dejó tras de si mobiliario en buen uso sillas, armarios, estanterías, sofás, sillones? etc que permanecen abandonados en los despachos de las diferentes plantas hospitalarias. El descuido y la desidia quedan patentes en cualquier habitáculo donde los documentos privados de los pacientes aparecen esparcidos y tirados por el suelo de cualquier manera.

Más impresionan los archivadores perfectamente apilados en las estanterías con los datos de altas de miles de pacientes y registros de enfermos fallecidos que fueron inscritos como «exitus» y que se pueden consultar con toda facilidad. La ausencia de custodia sobre miles de documentos personales de los pacientes que han permanecido ingresados vulnera de forma flagrante la Ley de Protección de Datos, a la que con tanta frecuencia recurren como excusa los gestores hospitalarios para no facilitar las historias clínicas a los pacientes que las solicitan.

El espectáculo es estremecedor. Y la falta de respecto hacia el derecho a la privacidad de los pacientes (vivos o muertos), avergonzante.

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