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Desde que el arquitecto catalán Antonio Gaudí (1852-1926) propusiera romper a pedazos la cerámica para poder cubrir con este material las superficies curvas, muchos han sidos sus seguidores en la corriente modernista, sobre todo en la ciudad de Valencia, donde el trencadís es un elemento decorativo habitual. Sin embargo, a diferencia de los sucedido en el Palau de les Arts Reina Sofía, donde las piezas de cerámica han comenzado a desprenderse a trozos, en el caso de otras construcciones emblemáticas, como la Estación del Norte, el Palau de la Música, el Mercat Central y el Mercado de Colón, el trencadís resiste el paso del tiempo sin sufrir graves desperfectos. Ni se cae, ni se rompe.

Uno de los mejores ejemplos es el trencadís de la Estación del Norte, construida por Demetrio Ribes e inaugurada en 1917. Se trata de uno de las mejores muestras del modernismo valenciano. Ubicado en la planta baja del vestíbulo, junto a un mosaico de Josep Mongrell, es un homenaje a la cerámica valenciana. Según la compañía Adif, responsable de la estación, el tratamiento del trencadís y otros elementos ornamentales del espacio se basa en un «programa periódico de mantenimiento y limpieza». Entre las medidas preventivas se tratan de evitar los excesos de humedad, mediante el correcto funcionamiento de las instalaciones de canalización de aguas, y excesos de vibración que puedan ser producidos por utilización de maquinaria en obras u otras causas. Con ello, el trencadís no ha dado nunca problemas, ni se ha desprendido en grandes cantidades, más allá de que haya saltado alguna pieza puntual. «El trencadís de la Estación del Norte está fijado con mortero y al no tratarse de superficies muy extensas, la dilatación del material es menor, lo cual facilita su mantenimiento», aseguran los técnicos de Adif.

En esta misma línea se halla el trencadís del Palau de la Música de Valencia, instalado el año 2009 en la cubierta semicircular del edificio. Se trata de cerámica de color plateado, que hasta la fecha, tampoco ha presentado caídas. Tal como indican los técnicos del Palau de la Música, este trencadís está adherido a una superficie de ladrillo macizo, y el cemento utilizado y la temperatura de dilatación de la cerámica es prácticamente la misma, por lo que no se han registrado graves problemas con este material.

Dos mercados históricos

En el Mercado de Colón, como en el Central, también hay un «hueco» para el trencadís. En el de Colón, un gran panel de cerámica recae en la fachada que hay sobre la calle Conde Salvatierra. Enrique Martínez Díaz, arquitecto de la compañía Aumsa responsable del complejo, expresa que las piezas están instaladas con «cola, cal, y resinas de adhesión, para permitir los movimientos elásticos, con una base de mortero y cal». Además, la base es de cemento. El único mantenimiento es de limpieza, que se efectúa cada dos años.

En el Mercat Central, donde el trencadís está presente en la gran cúpula del mercado, las condiciones son muy similares.

«Su mantenimiento es prácticamente nulo»

Vicente Blasco, profesor titular en el departamento de Construcciones de la Escuela Técnica de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia, identifica la clave de la cuestión: «en el Palau de les Arts se ha pegado el trencadís sobre acero, sin juntas de dilatación y por eso se desprende. En los otros casos, si se ha hecho sobre materiales pétreos; hormigón, ladrillo etc., es cómo los azulejos que cualquiera pone en su cuarto de baño, no se caen». En este aspecto, Blasco asegura que «el mantenimiento de un trencadís, más allá de tenerlo limpio, es prácticamente nulo». «Tanto el acero, como cualquier plancha metálica, tiene diferentes coeficientes de dilatación que la cerámica, de ahí los abombamientos y que salten piezas», indica.