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Obras

El arquitecto del Temple alega contra su «despido» y rebaja los sobrecostes

Carlos Meri calcula que la integración de los restos arqueológicos y la reparación de la cubierta costarán 300.000 euros más, no un millón

Restos arqueológicos en el patio trasero del Palacio del Temple. P. Pliego

El arquitecto Carlos Meri ha presentado alegaciones ante el Ministerio de Hacienda contra la rescisión de su contrato como redactor del proyecto y director de obra de la rehabilitación del Palacio del Temple. Entre sus argumentos está la rebaja considerable del sobrecoste que suponía la integración de los restos de muralla árabe aparecidos en el patio trasero. Considera, sin embargo, que el problema no es sólo ese, sino la adjudicación de la obra con «baja temeraria» y sus denuncias por la rebaja de la calidad que eso suponía.

Las obras del Palacio del Temple, sede de la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana, consisten en la remodelación del edificio neoclásico de finales del siglo XVIII, así como la construcción de un edificio administrativo en la parte trasera y un pequeño aparcamiento subterráneo. Salió a concurso por 10,4 millones de euros y se adjudicó por 6,8 en una dura puja a la que concurrieron cuarenta empresas.

Las obras empezaron en 2012 con un plazo de ejecución de treinta meses, pero a principios del año pasado aparecieron restos de la muralla árabe que obligaron a paralizar los trabajos y a modificar el proyecto para integrar estos restos en el conjunto.

Y ahí vino el problema. Según ha explicado el propio Meri, en un principio esos trabajos se tasaron en 1 millón de euros, una cantidad que el Ministerio de Hacienda, promotor de la obra, consideró excesiva, tanto que inició un expediente para rescindir el contrato del arquitecto valenciano y seguir los trabajos con sus propios profesionales.

Carlos Meri, sin embargo, cree que todavía es posible conservar sus funciones y para ello ha presentado alegaciones en las que revisa los costes de la modificación del proyecto y los rebaja a 300.000 euros. Según dice, hasta que no se tienen todos los datos no es posible ajustar precios. Es más, asegura que la integración de los restos arqueológicos sólo requiere de ajustes geométricos que no tiene apenas coste. Ese dinero se destinaría casi en su totalidad, precisa, a restaurar la cubierta del edificio, que sufrió un ataque de termitas en 2007, dos años después de realizado el proyecto.

Carlos Meri no cree, en cualquier caso, que el sobrecoste de las obras haya sido el motivo absoluto de su «despido». Según dice, el problema es que este proyecto se adjudicó con una «baja temeraria» de la empresa y eso obliga a rebajar la calidad de los trabajos, extremo que él había denunciado.

Ese sería el problema de fondo y el sobrecoste del proyecto el detonante, de manera que Carlos Meri, que recuerda que ganó el concurso de ideas y ha ajustado todas las reformas al espíritu de aquel diseño, espera que su alegación prospere y seguir adelante con los trabajos.

Según dijo, la obra fue paralizada con apenas el 5% realizado. Sólo se habían hecho derribos. Fue precisamente tras la demolición de las edificaciones traseras cuando se hicieron las catas arqueológicas y salieron los restos de la muralla árabe, algo que «se podía intuir» pero no dar por seguro, pues «había una edificación encima, con una cimentación y en un patio colmatado», circunstancias que habitualmente acaban con este tipo de restos.

Cree, así mismo, que los trabajos podrían reiniciarse rápidamente, pues la rehabilitación del Temple puede separarse del edificio administrativo que se va a construir donde han aparecido los restos.

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