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Una década de cambios

Cara y cruz del plan de Russafa

La reurbanización de las calles ha favorecido la reconversión económica del barrio donde se ha triplicado el número de restaurantes y locales de ocio

Una de las calles del eje Puerto Rico que se ha renovado en los últimos años. Levante-EMV

«Sigue siendo un barrio popular, pero con menos lumpen». La frase, del arquitecto Manuel Sanjuan, sintetiza la transformación que ha sufrido la barrio de Russafa en la última década. Entre 2004 y 2014, se han destinado 13,5 millones de inversión privada a la rehabilitación de viviendas, sobre todo de fachadas, y 8,6 millones a reformar locales comerciales. Casi en paralelo, se ha hecho una inversión pública de 22,1 millones de euros, destinada básicamente a renovar servicios de alcantarillado y reurbanizar calles, ampliando aceras, eliminando aparcamientos y poniendo mobiliario urbano.

La suma de la inversión pública y sobre todo la privada ha hecho posible la revitalización de Russafa, que ha pasado de ser un barrio en situación de vulnerabilidad, con infraviviendas, elevados porcentajes de población inmigrante y sin apenas tejido comercial y cultural, a ser un barrio de moda donde proliferan cafeterías, restaurantes, pequeñas tiendas de moda y galerías de arte. La transformación, apunta Sanjuan, hay que atribuirla en buena medida al carácter emprendedor de los vecinos de Russafa, que incluso se han dotado de moneda propia, el orué.

Manuel Sanjuan diseñó, por encargo de la Conselleria de Infraestructuras, las propuestas urbanísticas del plan de intervención de Russafa de 2004. El estudio previo del barrio constató numerosos problemas: déficit de plazas escolares, infraviviendas, falta de zonas verdes y ausencia de zonas deportivas, población envejecida, elevado número de inmigrantes no regularizados que vivían hacinados en «pisos patera», problemas de predelincuencia entre los menores, organizados en bandas.Una década después, el arquitecto ha realizado un análisis comparativo para comprobar el impacto que han tenido las inversiones públicas en la revitalización del barrio y el cumplimiento de los objetivos fijados.

«La primer parte de las propuestas que hicimos se están cumpliendo». Se han ensanchado las aceras y creado espacios libres en los chaflanes, donde proliferan numerosas locales de ocio, como es visible en las calles Sueca y Cádiz, el entorno del Mercado y el eje de Literato Azorín.

Las cifras dejan en evidencia el cambio experimentado en el barrio. Entre 2004 y 2014, se ha triplicado el número de locales de ocio y restauración. Los bazares y almacenes clandestinos de productos chinos, que habían ocupado gran parte de los bajos del barrio, se han reducido en una décima parte.

Además, se han peatonalizado calles y se ha puesto más verde en el barrio, en concreto, 400 árboles. Los vecinos, con todo, aún piden más peatonalizaciones y sobre todo zonas verdes ya que el prometido Parque Central no llega.

Lastrado por la crisis económica, el plan de intervención en Russafa, un barrio que remonta sus orígenes al siglo IX, ha pinchado en la creación de espacios dotaciones y de uso público en los patios interiores de las manzanas. Este era uno de los pilares de la propuesta de Manuel Sanjuan para Russafa. «La mejora de áreas de esparcimiento y verdes debe complementarse con las actuaciones ya previstas de recuperación de algunos patios interiores, lo que terminaría por producir un efecto de extrema incidencia positiva», apunta Sanjuan en las conclusiones del estudio.

Una fórmula para obtener los patios interiores distinta a las costosas, en tiempo y dinero, expropiaciones sería asignar un aprovechamiento lucrativo parcial a los patios a través de la creación de unidades de actuación.

«Las intervenciones realizadas, han colaborado a modificar la tendencia de deterioro, que tenia el barrio», apunta Sanjuan, aunque «hay que proseguir con las intervenciones, sobre todo en lo que se refiere al borde que linda con el parque del vias, donde todavía se concentran algunos puntos de deterioro».

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