El Ayuntamiento de Valencia ha editado, a través del Servicio Municipal de Publicaciones, la obra «Una ciutat gran i populosa. Toponimia y Urbanismo en la Valencia Medieval», del catedrático José Hinojosa Montalvo. Se trata de un amplio estudio que recoge un repertorio de casi 3.000 topónimos y cuyo objetivo es, según explicó Hinojosa, «recuperar una parcela de nuestra memoria histórica, que todavía está viva en el presente, pues muchos de los nombres que rotulan nuestras calles y plazas llevan allí siglos y pasamos por ellas sin fijarnos». El catedrático, e Hijo Predilecto de Valencia, destacó por ejemplo las calles Barcelona, la de las Barcas y Caballeros o el Portal de Valldigna.

La calle de las Barcas era una de las más populares y concurridas de Valencia en la Edad Media. Se ubicaba junto al barrio de pescadores y abarcaba lo que hoy es Pintor Sorolla. Recibió dicho nombre porque allí se fabricaban barcas.

Sobre el porqué de la denominación de la calle Caballeros los eruditos no se ponen de acuerdo, aunque la mayoría lo vinculan con el cabello, en concreto, con la introducción de las pelucas en el siglo XVIII. Antes la calle se llamó de mosén Jaume Escrivà, un noble que tenía allí su casa solariega, y más tarde de Santo Tomás por la desaparecida iglesia.

Hay nombres definitivamente perdidos como la Boqueria, un topónimo que traslada al famoso mercado de la Boquería de las Ramblas de Barcelona. Valencia también tuvo su Boquería, estaba en la zona de la actual plaza Redonda, y el nombre se lo debe a que en ella se vendía la carne de «boc», o macho cabrío, muy consumido en la Edad Media.

Problamente uno de los topónimos medievales más antiguos que ha subsistido es el de la calle Barcelona. Aparece citada en el «Llibre del Repartiment» en 1238. En ella se asentaron los repobladores procedentes de Barcelona a los que Jaume I dio terrenos para levantar sus viviendas. La calle se mantiene en la actualidad y va desde Comedias hasta el Parterre.

La obra de Hinojosa incluye numerosas fotografías, muchas de ellas inéditas.

Durante la presentación del libro, la concejala de Cultura, Mayrén Beneyto, llamó la atención sobre el hecho de que sigamos denominándo muchas calles como nuestros antepasados lo hacían hace quinientos años».

Es el caso de la calle Blanquerías, junto a las torres de Serranos, cuyo topónimo está registrado en 1448. Toma su nombre por curtidores que blanqueaban allí sus cueros por ser una zona alejada del casco urbano para evitar malos olores.