El arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, y el portavoz del Grupo Compromís, Joan Ribó, mantuvieron ayer un encuentro que resultó «muy cordial», pero poco fructuoso. Ribó notó, en cualquier caso, «menos reticencias» que en su última visita a esa casa, de la que le separa, de entrada, su contrastada laicidad.

El principal asunto fue el uso del valenciano en las misas, algo que «ocurre en Cataluña, País Vasco o Galicia» de manera generalizada. Ribó cree que hay que normalizar esa situación, pues sólo hay una parroquia en Valencia, la de Sant Mateu, que da misa en valenciano. Y vio «buena voluntad» por parte del arzobispo, aunque «insuficiente», matizó después. Y es que existe un conflicto linguístico que lo desaconseja y además el Vaticano ya bloqueó la traducción de los textos litúrgicos para evitar problemas.

También se habló de la fundación creada para la visita del Papa. Osoro explicó a Ribó que había estado «preocupado» por esta situación y que había solicitado su extinción. Según el líder de Compromís, los otros miembros del patronato demoraban las reuniones y el arzobispo llegó al extremo de amenazar con abandonar la fundación si eso no se aclaraba. En la actualidad, la fundación ya está liquidada, pero «no deja de ser un tema importante», dijo.

La Trinitat fue otro de los asuntos abordados, pues Ribó teme que acabe siendo sede de la Universidad Católica tras la salida de las cuatro monjas que lo mantenían. Ribó explicó que este convento es el «sancta santorum» de la «Renaixença valenciana» y cree que debe estar abierto al público o acoger un albergue para personas sin techo. La solución más probable, sin embargo, es que se deje una parte para las monjas y otra para el público. En ningún caso será para centro educativo.

Por último, hablaron de la casa cuna Santa Isabel y los niños robados. Esta entidad no está dando documentación y Ribó pidió la mediación de Osoro por «humanidad», pero el arzobispo le dijo que no había ningún archivo.