Valencia fue este miércoles epicentro del fútbol nacional por la disputa de la final de la Copa del Rey, pero también lugar de encuentro de miles de universitarios movidos por una misma causa: participar en la Live Spring Festival, una fiesta que reúne a estudiantes de todas los centros universitarios de la ciudad. Lo que antiguamente se conocía como "la fiesta de las paellas" es ahora un macrobotellón con gran poder de convocatoria, capaz de reunir nada más y nada menos que a 15.000 personas en los terrenos de la antigua estación de tren del Grao. La gracia de hacer la paella es ya casi algo anecdótico.

Sol, música, amigos y alcohol... Mucho alcohol. Desde primera hora de la mañana miles de estudiantes de todas las carreras se han acercado hasta el recinto de la avenida Juan Verdeguer ataviados con gafas de sol, gorros de paja, pantalones cortes y camisetas con mensajes de lo más atrevidos. "Te vamos a comer todo el... coco" proclamaban los de Psicología, "¿te gustaría salir en un anuncio? Patrocíname un cubata y yo hago el resto" proponían los estudiantes de Publicidad o "para dos besos tengo a mi madre" y "no quieres volver sola a casa... y lo sabes" se podía leer en otras camisetas preparadas para la ocasión.

El debate de lo legal o lo ilegal y las molestias ocasionadas a los vecinos de la zona parecían no importar demasiado a los allí presentes. Con cuatro escenarios con cuatro estilos musicales distintos, un ambiente festivo más propio de época de final de exámenes y la compañía de los amigos ha sido más que suficiente para disfrutar al máximo del Miércoles Santo, un día lectivo en las universidades pero por el que muchos han hecho la vista gorda. Solo los más "aplicados" se han empezado a dejar ver en el recinto a la hora de comer, justo después de finalizar las clases, aunque con las mismas ganas de fiesta que el resto de sus compañeros.

El ir y venir de gente ha sido constante prácticamente durante todo el día e, incluso, hay quien ha optado por llegar a la fiesta, con sus correspondientes botellas llenas de distintas bebidas espirituosas, acompañados por sus padres y en el coche de estos. En una jornada multitudinaria y maratoniana, promovida de 12 a 21 horas, el orden de entrada se ha respetado en la medida de lo posible y no ha habido ninguna aglomeración en ninguno de los dos controles de acceso que la organización ha dispuesto en esta tercera edición del Live Spring Festival pese a que el grado de alcoholemia de los participantes iba en aumento a medida que transcurrían las horas.

La condición "sine qua non" para participar en el macrobotellón, al igual que en las ediciones de 2012 y 2013, era ser mayor de edad y pertenecer a la comunidad universitaria. Aunque alguno de los presentes parecía haber superado con creces los años en la facultad, si tenían la pulsera que previamente se había adquirido (10 euros si se compraban en las universidades y 15 si se adquirían en taquilla) y validado con un código no había problema para acceder al recinto. Eso sí, también ha habido lugar para las quejas y la organización no se ha librado de recibir algunas reclamaciones por parte de estudiantes que habían extraviado sus pulseras y querían acceder al recinto mostrando su código en un correo electrónico.

Tampoco parece haber tenido mucho éxito la recogido de comida para el Banco de Alimentos de Valencia prevista como una de las novedades de esta tercera edición ya que los participantes, más que pensar en los demás, han pensado en ellos mismos y en su forma de sobrevivir a una jornada de desfase.