Delicadeza, anticipación, paciencia y esperanza. Son las cualidades que debe tener un buen obtentor de rosas. «Hacemos de abeja». Así resume Matilde Ferrer (Viveros Ferrer) el trabajo de los obtentores, los inventores o descubridores de rosas.

Las rosas silvestres o espontáneas, de sólo cinco pétalos, nacen por encima del ecuador. La rosa ha sido a lo largo de la historia objeto de un intenso comercio que la ha convertido en una flor global, universal, de la que se conocen 300 especies y 25.000 variedades.

Matilde Ferrer, heredera de una de las familias valencianas de productores de rosa más importantes, hace cada año 10.000 intentos de hibridación. «Polinizamos las flores, sembramos la semilla, esperamos y, luego, sale lo que sale». «Conseguir una nueva variedad puede llevar años». En 2013, Matilde Ferrer consiguió cuatro variedades nuevas». La «Blasco Ibáñez» y «George Mustaki» son algunas de las creaciones que esta obtentora y presidenta de la Asociación Española de la Rosa, ha llevado a concurso.

Matilde Ferrer, cuyo padre, Francisco Ferrer, fue uno de los impulsores del primer concurso de rosas de Valencia, organizado por la Sociedad el Micalet, asegura que «ganar un concurso no garantiza que una variedad de rosa vaya a tener éxito comercial». Los concursos «son, sobre todo, un escaparate y sirven para ver las tendencias».

En la actualidad, los productores buscan rosas cada vez más resistentes y que florezcan todo el año. El congreso internacional de la rosa de este año se centrará en el cultivo de la rosa en climas muy cálidos y con muchas horas de sol.

Pedro Dot, de Sant Feliú de Llobregat (donde se celebra uno de los concursos de rosas con más solera de España), el valenciano Vicente Muñoz Ronda, ganador en varias ocasiones del Concurso de Rosas Nuevas de Madrid, y el bilbaino Eugenio Fojo han sido destacados obtentores españoles de rosas.