Marcelino Olaechea y Loizaga gobernó la Diócesis de Valencia desde 1946 hasta 1966. Procedía de la de Pamplona, donde fue obispo desde 1935 hasta su nuevo destino, donde desarrolló una intensa actividad pastoral social y mariana, promovió como nadie la devoción y culto a la Virgen de los Desamparados, sobre la que descansó su intensa actividad como pastor. Impulsó el Instituto Social Obrero para formación de trabajadores, el Banco y la Tómbola de Nuestra Señora de los Desamparados para ayuda a los necesitados, Escuelas Deportivas, de Enfermería, Capacitación Agraria, de Periodismo de la Iglesia, construyó miles de viviendas sociales protegidas y 180 parroquias, entre otras muchas realidades.

El 16 de junio de 1946 tomó posesión de la sede de Valencia y en su primera homilía se puso bajo la protección de Santa María. «Queremos que vayan dirigidos a Ella hasta nuestros suspiros. Si todos nos ayudáis a socorrer a los pobres, ciertamente será Valencia el mejor rincón de la tierra, pensaba yo al ver a tantos que piden».

Olaechea se preocupó mucho por los pobres y también por los detenidos políticos o sindicalistas perseguidos por el franquismo. Él personalmente iba a las dependencias policiales a interesarse por los detenidos y procurar su liberación, muchos de ellos por el simple hecho de ser sospechosos de ser de izquierda o sindicalistas, avisado por las organizaciones católicas obreras, especialmente por los detenidos de Altos Hornos de Sagunto. El prelado era vasco y tenía una gran conciencia social por ser hijo de obrero.

A la Virgen de los Desamparados, Olaechea la puso al frente de su lucha social y hacer pastoral: «Pues tan de veras amáis a la Virgen de los Desamparados, a la que no veis sino en efigie, ¿cómo no amaréis a los desamparados de la Virgen, a los que veis en la sangrante realidad a las puertas de vuestra casa? Amparad y seréis amparados», dijo en su homilía de la primera fiesta de la Virgen que presidió en Valencia.

«En su nombre y por su amor os pide vuestro arzobispo que seáis amparadores: de los que no tienen pan; de los que no tienen abrigo; de los que no tienen techo; de los niños sin hogar y sin escuelas; de las almas que no tienen la dicha de la fe. No puede pensarse que haya en Valencia miles y miles de niños sin escuela,? miles de familia que viven en chozas de barro y latas», comentó.

«La honda conmoción sentida en la fiesta de nuestra Madre de los Desamparados, Nos ha inspirado la constitución de un Banco, que llevará su nombre: Banco de Nuestra Señora de los Desamparados», que para proveerlo de fondos instituyó el Domingo de Caridad, el segundo de cada mes, en recuerdo de la fiesta de la Virgen, el segundo domingo de mayo, ordenando se predicara sobre la caridad y la colecta de las iglesias fuera para los pobres.

Acabar con la mendicidad

Pretendía acabar con los pobres y la mendicidad que «como oficio no tiene justificación; es una explotación de la sociedad, es una injuria al trabajo y una escuela de corrupción». Con esta finalidad, creó el Banco de Nuestra Señora de los Desamparados Diocesana, que instaló en los bajos del Palacio Arzobispal, vigente hasta la aparición de Cáritas, impulsó miles de viviendas sociales que financió con los beneficios de la famosa y popular Tómbola de Caridad.

El domingo 7 de abril de 2013, el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, abría el proceso de canonización de Olaechea, diciendo: «Hoy, a los cuarenta años de su muerte, os quiero acercar a la figura de don Marcelino, salesiano que aquí en Valencia hizo prodigios y señales del Señor Resucitado en el pueblo en el que la Iglesia lo colocó como Pastor».