«Prolongar el Cabanyal» es el título de la conferencia que ayer dio el arquitecto y profesor de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad Politécnica (UPV) de Valencia Tato Herrero en la Nau. El arquitecto y miembro de la plataforma Salvem el Cabanyal, contraria a la prolongacion de Blasco Ibáñez, defendió una nueva estrategia para el barrio sin la ampliación de la avenida hasta el mar que supondrá el derribo de 1.600 viviendas del barrio declarado Bien de Interés Cultural.

Para Herrero es posible una estrategia nueva para el barrio a partir de un urbanismo participativo y sin costes sociales. Para el arquitecto, el Cabanyal «debe ser la fachada marítima de Valencia». El barrio «tiene que prolongarse hasta el mar« y acabar con «las interrupciones» que genera, por ejemplo, Doctor Lluch y la reserva de suelo para el acceso norte portuario.

El arquitecto aseguró que «es posible completar la trama en retícula del barrio y hacer llegar las travesías hasta el mar». Apuntó que «la barrera que hasta ahora suponía la calle San Pedro se ha eliminado porque debido a los derribos de casas que ha llevado a cabo el ayuntamiento se han generado gran número de solares que permitirían prolongar las travesías hasta el mar, sin necesidad de la prolongación». El Cabanyal se convertiría en la fachada marítima de la ciudad y quedaría integrado en la ciudad. Vecinos, turistas y trabajadores utilizarían la nueva trama viaria del barrio. «No queremos ser la aldea gala, el barrio quiere integrarse en la ciudad con unas fuciones del siglo XXI», destacó Tato Herrero.

El arquitecto fue muy crítico con los proyectos urbanísticos que suponen el desplazamiento de la población tradicional (gentifricación). El profesor de la UPV aseguró que los planes del ayuntamiento suponen el desplazamiento de la población tradicional y el aburguesamiento del Cabanyal. Abogó por renovar el vecindario con la población universitaria de los campus próximos al barrio. «No añoramos el barrio antiguo de pescadore; el Cabanyal quiere incorporarse a la ciudad con una función moderna y ser puerta de entrada al frente marítimo».

Para el arquitecto lo importante es colocar al ciudadano en el centro del debate. «Hay que cambiar el paradigma según el cual interevenir en entornos urbanos consolidados siempre tiene costes sociales». Así pasó en la Punta con la ZAL o en Natzaret con la expansión del puerto. A juicio del arquitecto, «la ciudad construida y habitada sí genera beneficios sociales».

Herrero propuso rehabilitar las 1.600 viviendas previstas para derribo y generar actividad económica. La propuesta no es nueva y la han repetido hasta la saciedad desde los grupos políticos de la oposición en el Ayuntamiento de Valencia hasta la Federación de Empresarios de la Construcción (Fevec), que llevan tiempo instando al consistorio a desbloquear las licencias de rehabilitación.