«Hemos empezado a mirar locales por si acaso. No queda otro remedio». A la comisión de Virgen de Lepanto de Castellar se le acumulan los problemas y su presidente, José Francisco Medrano, se lamenta de ello. «Nos pasamos la vida haciendo labor social para esto». Esta semana, el TSJ ordenaba la demolición de las obras que convirtieron un aparcamiento en su casal a consecuencia de la denuncia presentada por vecinos de la finca. Con lo que la comisión se encuentra que es dueña de un local que no les sirve para lo que lo adquirieron. Esta próxima semana han sido llamados para una reunión de la comunidad de propietarios para tratar de encontrar una solución al tema.

El local es propiedad de la comisión (todavía están pagando el crédito) y Medrano duda de qué pasará. «Primero habría que gastarse el dinero en la obra de demolición. Luego no sé que pasará». La falla, como asociación cultural que es, podría vender el local para cancelar el crédito y empezar de nuevo, o podría alquilar las plazas y con ese dinero iniciar una nueva aventura inmobiliaria. Pero incluso ahí hay dudas: «todos sabemos cómo está el mercado. La gente está sacando los coches de los garajes para no pagar los alquileres». ¿Tendrían clientela para hacer rentable el local? Posiblemente todo dependa de las intenciones que tenga la comunidad de vecinos en la reunión.

La sentencia es consecuencia de la denuncia presentada por los vecinos. Nunca fueron fluidas las relaciones, pero la única salida ahora sería un acuerdo mutuo. Mientras, los falleros no saben «ni cuando tenemos que desalojar, si es que eso es lo que, definitivamente, nos toca».

Por si fuera poco, la comisión de Castellar no puede buscar un local cualquiera. Son casi 700 falleros. «Si hay que irse, no podemos irnos a un cuartito. Hace falta mucho espacio». Medrano recuerda que el actual casal tiene todas las comodidades, incluyendo cocina «y, por supuesto, totalmente insonorizado». Ahora tendrían que afrontar los gastos de demolición y una posible nueva adquisición. Todo un problema.

Un local marcado también por la tragedia. El local sirvió de hospital de campaña cuando un hombre enloqueció y mató a tres vecinos de escalera. Los falleros tenían abierto el local para celebrar una comida y desalojaron todo. «Aquí se hicieron las primeras atenciones de primeros auxilios y de psicólogos. Somos vecinos del barrio, no gente extraña».