La final del concurso «Visual talent 360º» se celebra esta semana en Valencia. Jóvenes artistas nacionales e internacionales compiten estos días por las tres plazas que la Escuela Superior de Artes y Tecnología (ESAT) ofrece como premio a los vencedores de este «talent show». Con esta iniciativa se quiere dar la posibilidad a los artistas más versátiles, a los que se acerquen a esa idea de «hombre del renacimiento» que es ducho en diversas disciplinas, de estudiar durante tres cursos en la especialidad que elijan de entre las que ofrece la escuela. Esta beca, cuya cuantía económica es de 20.000 euros, permitirá a los jóvenes elegidos desarrollar sus cualidades artísticas y trabajar junto a profesionales del gremio

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Este concurso, al que se inscribieron 400 personas y que se ha movido principalmente en las redes sociales e internet, ha querido innovar dibujándose como un producto telivisivo, un «reality show» que no muestre aspectos «mediocres o superfluos, sino inteligentes y creativos» y que esté destinado a los más jóvenes para darles oportunidades, como explicaba Ajuvel, reconocido artista gráfico invitado a la primera prueba de la fase final, que se celebró ayer en el Mercado Central.

De hecho, esta es otra de las características que definen «Visual talent». Más allá de que ganen o pierdan, los participantes se llevarán un aprendizaje enriquecedor, pues las pruebas están tuteladas por profesionales de distintas categorías artísticas. Marina Segarra dirigirá la prueba de narración audiovisual que se realizará mañana; el artista fallero Manolo Martín será el encargado de la prueba escultórica del viernes; y el equipo de ESAT coordinará la prueba libre.

Los diez jóvenes que han llegado a esta fase se han enfrentado a un duro proceso en el que tras seleccionar las mejores obras, se redujo el número de participantes a 50. Estos se dieron cita en Valencia el pasado fin de semana, cuando se realizaron las pruebas de pintura, fotografía y teoría. A lo largo de esta semana, los diez finalistas trabajarán desarrollando su creatividad y adaptándose a cierto nivel de improvisación. Samuel Navarro, uno de los finalistas natural de Valencia, asegura que la experiencia está siendo muy positiva y que gane o no, seguirá estudiando para dedicarse a lo que le hace feliz.