Se han convertido en los últimos tiempos en una estampa habitual en el centro de la ciudad, como bien pudo atestiguarlo la plaza del Doctor Collado ayer. Aparecen de improviso con un equipo de música a cuestas y muchas ganas de pasarlo bien. Si se les pregunta, dirán que bailan «lindy-hop» o swing, y quien aguze el oído les escuchará retarse entre ellos llamándose por nombres como «Hoppertrotters», «Swingsons», «Chickens», «Killers», «Pros» o «Xufafighters» entre muchos otros. Son los «Hoppers», y han llegado para quedarse. Ahora, desde el pasado viernes el swing en Valencia tiene un nuevo punto de referencia. Se trata de la recién estrenada sede de la academia de baile Spirit of Saint Louis, en la calle Denia, 32, en pleno barrio de Russafa y abierto a todos los vecinos.

Los actos de inauguración han durado todo el fin de semana y han incluido clases impartidas por profesores de renombre internacional en este estilo, como el estadounidense Jamin Jackson, así como conciertos y maratonianas sesiones de baile hasta altas horas de la madrugada, y por supuesto, las actuaciones callejeras de los alumnos, los llamados «clandestinos».

El swing acaba siendo mucho más que un baile. Aquellos que ya lo han probado lo saben. Engancha. Y mucho. Como relataba ayer Sonia, una joven alicantina. «Lo ví por primera vez en la calle, en Barcelona, y nunca pensé que me engancharía, pero así fue. Es pura bohemia y es muy relajante», explicaba.

Tal vez sea por su ritmo -a veces pausado, otras veces trepidante-, o la alegría que transmite, pero sin duda uno de los secretos del éxito que está cosechando este baile en Valencia radica en la personalidad de los fundadores de la academia. Los «Spirit» originales. Se trata de Javi Molina y Encarny Villarreal, bailarines profesionales que se han propuesto inundar la ciudad con una marea de lindy-hop.

«Llevamos seis años haciendo que tenga presencia en la calle, y lo cierto es que cada vez más gente habla del swing», afirma Molina. No en vano, en estos momentos la gran familia «Spirit» está formada por 400 alumnos, y va en aumento. «Los que deciden bailar swing es porque han visto cómo la gente que lo baila no para de sonreír», afirma. «En la música está el secreto. Es un imán».

Debe serlo, porque este proyecto está en franca expansión. Ya hay centros Spirit en Alicante, Denia y Roma, e incluso cuenta con su propia banda, la Spirit Rythm Band. Son los «Hoppers», y si no los ha visto aún en acción no tardará en hacerlo.