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Los contrastes de la ciudad

Paz en la Seu; tristeza en Quatre Carreres

La tranquila plaza del Compte de Carlet sorprende al visitante en el centro histórico - Las secuelas de la burbuja inmobiliaria se dejan ver en la calle Ricardo Muñoz Suay

Paz en la Seu; tristeza en Quatre Carreres

­Parece increíble que todavía existan lugares vírgenes y libres de turistas en Ciutat Vella. La plaza del Compte de Carlet es uno de esos rincones que apenas ha sido profanado. Ubicada en el Barri la Seu, entre la calle Trinitarios y del Pintor López, esta pequeña plaza presidida por una sencilla y bonita fuente es uno de esos lugares en el que merece la pena perderse por unos minutos.

Quizá porque sólo tiene un acceso, por la calle Ermita de San Jaime, la Plaça del Compte de Carlet es difícil de encontrar. Allí se ubica la sede de la Confederación Empresarial Valenciana, donde corroboran el privilegiado espacio del que disfrutan. «Aquí nunca pasa nada. La tranquilidad es absoluta, tanto que a veces asusta un poco. De vez en cuando aparece algún turista perdido, pero solo están de paso», explica Daniel Campos, conserje de la CEV. La poca vida se la dan los estudiantes de la Escuela Superior de Arte y Tecnología, que se sientan en su fuente para almorzar o fumarse un pitillo tranquilamente. La fuente, de forma octagonal y con una figura central de estilo gótico, preside la plaza. De sus cuatro caños emanan cuatro hilillos de agua, la música de este lugar donde ser respira paz.

En Quatre Carreres, en frente del flamante polideportivo, encontramos casi un escenario de guerra. La huella más triste de la burbuja inmobiliaria, donde los escombros, la maleza y los materiales de construcción abandonados dibujan un decorado que pone en relieve los excesos y errores del pasado inmediato.

Paralizado el PAI de Quatre Carreres, apenas queda nada aprovechable de lo que un día trazaron. Las farolas, destrozadas y con sus arterias de cobre arrancadas, todavía se sostienen en pie. Varios edificios modernos rodean los distintos solares abandonados. De puertas a dentro, todo en orden para sus vecinos. De puertas afuera, la desolación. Pese a todo, los usuarios han sorteado los bloques de hormigón que tapan las vergüenzas para usar las calles abandonadas como aparcamiento del polideportivo.

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