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La mirada del jueves

¿Es Valencia una ciudad feliz?

¿Es Valencia una ciudad feliz?

Se acaba de celebrar el Debate del Estado de la Ciudad y lamentablemente ha pasado sin pena ni gloria. Con un reglamento demasiado rígido, encorsetado, se diría que ha sido un debate como de puro trámite. Ni la alcaldesa Barberá ha intervenido. Los grupos de la oposición no han podido formular propuestas, ni casi debatir sobre nada dado el escaso margen de tiempo fijado. El equipo del gobierno se ha dedicado a alabar su gestión como siempre y a culpar al adversario de todos los males pasados, presentes y futuros. Tal vez por todo ello ha sonado a más de lo mismo y se ha echado de menos que no se hayan planteado tantos problemas sin resolver como hay en la ciudad y se haya perdido una magnífica oportunidad para hablar del día a día de la Valencia real y de sus ciudadanos, de las medidas urgentes que hay que tomar para ayudar a la gente que la crisis ha sumido en el más profundo desamparo, de las oportunidades que le debemos a la juventud, en definitiva, de la felicidad de sus habitantes.

Acaba de presentarse un estudio realizado por el Grupo Lafarge y la empresa IPSOS basado en las opiniones de los habitantes de nueve ciudades del mundo, entre ellas Madrid y Barcelona. Se han analizado las opiniones de ciudadanos sobre su estilo de vida en la ciudad y se ha medido el grado de «felicidad de las ciudades». Los encuestados opinaron acerca de su ciudad ideal, la mayoría la describe como segura, culturalmente rica, acogedora, tranquila y bien dotada de espacios verdes, una ciudad con buenas oportunidades laborales, con menos contaminación y más silenciosa.

Me pregunto qué habríamos contestado si se hubiera incluido a la ciudad de Valencia en ese estudio. ¿Diríamos que es una buena ciudad para vivir? ¿Qué le pedimos a nuestra ciudad para vivir bien en ella? ¿Hay suficientes oportunidades laborales? ¿Es una ciudad saludable? ¿Es culturalmente rica? ¿Dispone de suficientes zonas verdes y de esparcimiento? ¿Cómo es el ocio? ¿Es una ciudad solidaria y acogedora?

Se dice que en las ciudades más prósperas todo resulta más fácil. Sin embargo, la prosperidad no es el único factor significativo. Una buena ciudad es aquella donde sus ciudadanos se sienten felices. El carácter individual influye sin duda en esa percepción de felicidad: ser alegre y tener una buena salud mental y física ayudan, pero otros factores también contribuyen, como tener un trabajo digno y suficientemente remunerado, disfrutar de una ciudad sana y con buenas oportunidades para la cultura y el ocio.

También el tipo de sociedad cuenta en la percepción colectiva de la felicidad. Una ciudad con un tejido asociativo fuerte, con libertad, sin corrupción y con buenas oportunidades para desarrollar un proyecto de vida atractivo y digno, una ciudad así disfruta de un buen entramado social que favorece la felicidad de todas las personas.

Seguramente habría sido más interesante el Debate del Estado sobre la Ciudad si se hubiesen planteado algunas soluciones a los problemas que dificultan y amargan la vida a la gente, porque no se trata de despachar la discusión en una hora como es el caso. Se trata de pelear a brazo partido para que la ciudadanía tenga mejores oportunidades y pueda ser más feliz y eso es lo que echamos de menos en ese debate.

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