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Y sin embargo me quedo

Similares contrastes

Similares contrastes

Con este gustazo de sol me voy a ver qué se cuece por ahí. Lo de cocerse creo que es literal. Empiezo a arrepentirme de mi amor por el calor, bueno, no, en realidad no. Primera parada la Russafa Book Week. Suena chic, ¿verdad? Pues lo es. Montones de libros con carácter vendidos por libreros que los aprecian tanto que hasta te sabe mal comprárselos. Me encanta el ambiente que hay, charlo con todo el mundo sobre los procesos de primarias, de Calabuig, de los líos y dimisiones en UPyD y de los retoques de Reneé Zellweger, llegamos a la misma conclusión. Repaso todos los puestos porque no hay ninguno igual. Me llevo este, este y este, vuela mi presupuesto para ocio del mes. Con los tiempos que corren y montando librerías, estos sí que son superheroes. Sale un nuevo plan, pero tengo que ir a cambiarme, salir en Valencia es agotador. Me vuelvo a casa, me quito las gafas, cambio el foulard por la palestina, la falda de diseño por los vaqueros viejos, la camiseta ceñida por la reivindicativa y me voy al Cabanyal que espera con las puertas abiertas. Lo bueno de no tener estilo propio es que puedes ponértelos todos. Visito la crónica de una reivindicación, dieciséis años de lucha, ahí es nada, pero ahí siguen, al pie del cañón. Me doy cuenta de lo distintos y lo iguales que son estos dos barrios. En ambos te hacen sentir como en casa si les quitas el postureo y vas a lo esencial. Ambos están llenos de gente que quiere hacer algo más que vivir. Y ambos han tenido que luchar para reivindicar su personalidad. Sí, algo tan básico se lo han tenido que ganar a pulso. Nadie les ha regalado nada. Nadie. Lo repito para que no se les olvide. Paso por la puerta del Consell, están hablando de algo de defender las señas de identidad, ¡bien! Ya sabía yo que eso de cerrar La Luz de la Imágenes no podía ser cierto, menos mal que se han dado cuenta de que es nuestro patrimonio y hay que defenderlo. Ah, no, espera, que están buscando una definición para el valenciano... Para la lengua no sé, pero para lo que hacen se me ocurren varias definiciones. Me paro en el Mercado Central que están de mani. Tienen un parking nuevecito, reluciente, sin estrenar, pero las administraciones no se ponen de acuerdo para sacar la licitación. No, no puede ser verdad... sí, lo es. Bueno, como la obra ha sido tan rápida igual no les ha dado tiempo... no, eso tampoco. Miro hacia arriba, a la mítica cotorreta del mercat, a ver que opina ella, el símbolo del mercado, protagonista de tantas leyendas, espectador de lujo de lo que allí pasa... y de repente ¡echa a volar! ¿Está huyendo del sinsentido? Luego descubro que es uno de los loros que parece que últimamente campan a sus anchas por el centro histórico. Parece que están intentando deshacerse de ellos. Deshacerse de Canal 9 les está costando más. Me recuerda al pobre James Brown cuyo cadáver tuvieron en hielo durante meses porque no se ponían de acuerdo con el testamento. Me voy al cine, al Festival de Cine y Derechos Humanos que retoma su celebración este año, interesante la sección de cortos «1 minuto - 1 derecho». Qué claras se pueden contar las cosas con poco tiempo. Y ahora voy a cambiarme de nuevo que me voy al Deleste. ¿Cómo se visten los indis? Da igual, no me van a ver, estos son los que cantan mirándose los pies.

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